Barricada

Víctor Jara, la voz del pueblo sigue cantando

El 16 de septiembre de 1973, hace 49 años, fue asesinado el cantautor Víctor Jara. La dictadura represora de Augusto Pinochet lo sometió a múltiples torturas en el Estadio Nacional de Chile y luego lo asesinó.

Hoy recordamos en nuestras efemérides al gran Víctor Jara,un cantor de Nuestramérica. Resuena firmemente los destellos de humanismo hecho canción, desde la voz del pueblo chileno en Víctor Jara. Nacido el 28 de septiembre de 1932, fue un amante de la cultura y el folklor, en su juventud como adultez fue observando y experimentando la miseria en la que estaba sumergida la mayoría de su gente lo que lo inspiró para cantarle al amor, y la paz.

// Tío Ho, nuestra canción, es fuego de puro amor,  es palomo palomar, olivo de olivar. Es el canto universal, cadena que hará triunfar, el derecho de vivir en paz// 

Frases de amor, de surtilegio, de profunda conciencia humana, de libertad, de igualdad, de eso y quizás mucho más estaba compuesta la obra musical de Víctor Jara, quien fue más que cantautor, fue la voz de los humildes, y de los desfavorecidos, en cada estrofa de sus letras recogía el folklor vivo del chile oculto, bajo la sombra de la miseria dejada por los oligarcas.

Sus canciones transmiten la voz necesaria del pueblo, de lo cotidiano de los obreros y campesinos. Canciones como Duerme Negrito, El Cigarrito, pero a su vez, canciones que transmitían la dura tarea de los campesinos, que trabajan bajo la explotación del capitalismo salvaje// Cuando el sol se inclinaba, lo encontré, en un rancho sombrío, de Lonquén, en un rancho de pobres, lo encontré, cuando el sol se inclinaba, en Lonquén. Sus manos siendo tan viejas, eran fuertes pa’ trenzar, eran rudas y eran tiernas, con el cuero ‘el animal//. Así expresa la dureza del trabajo, esa canción ilustrativa de El Lazo.

Sus canciones fueron un mosaico cultural, de unidad latinoamericana, antiimperialista. Desde sus inicios transmitía su amor por la revolución, y así lo demuestran canciones dirigidas a Cuba, // Si yo a Cuba le cantara, le cantara una canción,  tendría que ser un son, un son revolucionario//, pero también a través de sus canciones exigía justicia, indignado como solo podría serlo él. 

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No eran solo canciones, eran vivencias: // Líbranos de aquel que nos domina en la miseria, tráenos tu reino de justicia e igualdad// como esta letra de Plegaria a un Labrador.  Para finales de 1960, Chile vivía en una compleja crisis social como el resto de los países latinoamericanos, los proletarios salían con mucha más frecuencia a las calles, exigiendo y demandando reformas políticas, sociales y laborales. 

Se percibía cada vez más grave la brecha de la pobreza y la extrema pobreza. Para esos años Víctor Jara, practicaba entre tantas expresiones culturales una de sus favoritas y por la que sería homenajeado en Chile: el teatro. Lograba transmitir a través del escenario la experiencia viva del pueblo sufrido de Chile, además cantaba, último aspecto por el que sería también reconocido. 

Para finales de los años sesenta, Jara y el pueblo sabían que el país necesitaba cambios, luego de olas de protestas sangrientas, que manchaba las calles de Chile, mientras Salvador Allende se postulaba como candidato para el cambio en 1970, Víctor grababa con sus armoniosas melodías canciones de dolor y protestas. 

Para la campaña de Salvador Allende, Jara compuso distintas canciones asociadas a este contexto como Venceremos// Sembraremos las tierras de gloria, Socialista será el porvenir, Todos juntos haremos la historia, A cumplir, a cumplir, a cumplir //.

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En 1970, llega al poder Salvador Allende a través de un proceso electoral democrático y sus reformas socialistasempiezan por primera vez en Chile a poner a los pobres como prioridad. 

Como era de suceder, la propuesta de Allende –propuesta popular- terminó por afectar los intereses de la oposición oligarcas, los ricos que se habían aprovechado de los más pobres y proletarios. En 1972, se produjo una crisis económica la cual fue inducida, provocada y aprovechada por la oposición, con la injerencia de los Estados Unidos,para polarizar a la población. En esos años, Jara cantaba al pueblo chileno, defendiendo el proyecto socialista.

En 1973, la burguesía presionó para que la Guardia Chilena arremetiera contra el pueblo y su presidente. El 11 de septiembre de ese año, Augusto Pinochet perpetraba el Golpe de Estado militar, atacando La Moneda donde se encontraba Allende

Los siguientes días serían tormentoso para Víctor y el resto de personas que se encontraban con él, y que habían sido capturados por los guardias. Los militares trasladaron el 15 de septiembre a los rehenes hacia el Estadio de Chile, donde Víctor pasaría sus últimos días

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Mientras los movían Víctor fue reconocido, y así trasladado hacia un cuarto de tortura, donde sería brutalmente golpeado, le daban con la culata de los rifles en sus manos, dejándoles casi machacadas y su rostro ensangrentado. //De nuevo quieren manchar, mi tierra con sangre obrera, los que hablan de libertad, y tienen las manos negras/./

No le asustaban los rostros de odio y muerte de los guardias, sino el rostro de su pueblo que sufriría.  

El 15 de septiembre Jara en pequeños trozos de papel escribía su último poema, un poema que estaría impregnado de dolor, pero a su vez de humanidad. 

El 16 de septiembre los guardias separaron a Víctor Jara del resto del grupo los cuales empezaban a salir del Estadio, pero los dirigentes y líderes no salían con ellos. Ahí se vería por última vez y no con la misma sonrisa al Víctor Jara del pueblo chileno. Al día siguiente fue confirmada la muerte del cantautor, el trovador de la Nueva Canción chilena. 

Su legado perdura en las luchas de los pueblos de América Latina. Sus canciones siguen resonando en las calles de su Chile, donde los jóvenes siguen manifestándose y exigiendo cambios profundos, que solo una nueva Constitución podrá garantizar.

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Somos cinco mil

Somos cinco mil 
en esta pequeña parte de la ciudad. 
Somos cinco mil 
¿Cuántos seremos en total 
en las ciudades y en todo el país? 
Solo aquí
diez mil manos siembran 
y hacen andar las fábricas. 

¡Cuánta humanidad 
con hambre, frio, pánico, dolor, 
presión moral, terror y locura! 

Seis de los nuestros se perdieron 
en el espacio de las estrellas. 

Un muerto, un golpeado como jamás creí 
se podría golpear a un ser humano. 
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores 
uno saltó al vacío, 
otro golpeándose la cabeza contra el muro, 
pero todos con la mirada fija de la muerte. 

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo! 
Llevan a cabo sus planes con precisión artera 
Sin importarles nada. 
La sangre para ellos son medallas. 
La matanza es acto de heroísmo 
¿Es este el mundo que creaste, dios mío? 
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo? 

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En estas cuatro murallas solo existe un número 

que no progresa, 
que lentamente querrá más muerte. 

Pero de pronto me golpea la conciencia 
y veo esta marea sin latido, 
pero con el pulso de las máquinas 
y los militares mostrando su rostro de matrona 
llena de dulzura. 

¿Y México, Cuba y el mundo? 
¡Que griten esta ignominia! 
Somos diez mil manos menos 
que no producen. 

¿Cuántos somos en toda la Patria? 
La sangre del compañero Presidente 
golpea más fuerte que bombas y metrallas 
Así golpeará nuestro puño nuevamente 

¡Canto que mal me sales 
Cuando tengo que cantar espanto! 
Espanto como el que vivo 
como el que muero, espanto. 
De verme entre tanto y tantos 
momentos del infinito 
en que el silencio y el grito 
son las metas de este canto. 

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Lo que veo nunca vi, 
lo que he sentido y que siento 
hará brotar el momento…