Barricada

Sandino: Benjamín Zeledón nunca será olvidado

“Benjamín Zeledón nunca será olvidado,

vive en cada corazón nicaragüense

 que laten henchidos de dignidad

y fuego libertario antiimperialista”. 

General Sandino

Una vida breve e intensa, por amor a Nicaragua

Un breve ciclo de vida de apenas 33 años, brillante, intenso, que marcó el inicio de la lucha antimperialista de Nicaragua.   

El General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino, nombró al General Benjamín Zeledón Rodríguez, el Apóstol de la Libertad.

Nació el 4 de octubre de 1879, en La Concordia, Jinotega, y cayó,e 33 años más tarde, en 1912, en Catarina, en la misma fecha de su nacimiento.

El General Zeledón fue declarado Héroe Nacional el 1 de octubre de 1980, por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de Nicaragua.

General Augusto C. Sandino, continuador de la gesta antiimperialista de Zeledón

Durante su estadía en Mérida, Yucatán, México, el General Augusto C. Sandino, dedicó un escrito homenaje a Zeledón, en ocasión del décimo octavo año de lucha anti imperialista en Nicaragua.

En su escrito, fechado el 4 de octubre de 1929, el General Sandino, afirmó que era necesario mencionar fechas históricas como el 4 de octubre de 1912.  Años tumultuosos en que como consecuencia de las inconformidades sobre el Tratado Chamorro-Bryan, estalló una revuelta contra el vende patria Adolfo Díaz, presidente entonces de Nicaragua e instrumento reconocido de la piratería yanqui. 

Esta insurrección, según historia el General Sandino, inició en Managua el 28 de julio de 1912 y culminó el 4 de octubre con la muerte del héroe Benjamín Zeledón, que ofrendó su vida bajo una lluvia de metralla en sacrificio en aras de nuestra Soberanía Nacional.    Zeledón, dijo el General Sandino, no sería olvidado y su recuerdo viviría latente en el corazón de todo buen hijo de Nicaragua. 

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Benjamín Zeledón, el Apóstol de la Libertad

En este mismo texto político, el General Sandino, contaba cómo fue testigo del heroísmo de Benjamín Zeledón, y cómo hizo surgir y crecer en él, la indignación por la intervención imperialista, la que fue creciendo hasta convertirse en decisión de lucha, como el mismo nos narró:

 “Era yo, en aquel entonces muy joven y estaba encargado de las haciendas de mi padre, por el amor a mi patria, ayer como hoy, latía en mi corazón y seguí con el anhelo el desarrollo de los acontecimientos. 

En esa ciudad de Masaya, a la que Rubén Darío llamó la Ciudad de las Flores, se encuentra la fortaleza de La Barranca, donde estaban atrincheradas las fuerzas del General Benjamín Zeledón contra los invasores norteamericanos y los vende-patria nicaragüenses encabezados por los esbirros Emiliano Chamorro y Adolfo Díaz.

El 4 de octubre, en la madrugada, yendo yo en camino a una de las haciendas de mi padre, escuché descargas de fusilería y ráfagas de ametralladoras en las hondonadas del Cerro de Pacaya; consecutivamente se oía arreciar un formidable combate que se había entablado entre dos mil soldados de infantería de la Marina norteamericana unidos a quince mil vende-patria nicaragüenses contra quinientos hombres del General Zeledón, que se defendían heroicamente contra aquella oprobiosa avalancha humana, después de un prolongado sitio que habían sufrido los autonomistas nicaragüenses, en aquella ciudad, donde tuvieron que comer hasta sus cabalgaduras. 

Nuestros sentimientos patrióticos y nuestro corazón de hombre joven ese encontraban en desesperante inquietud, pero nada pude hacer en bien de aquella noble y grandiosa causa sostenida por el General Benjamín Zeledón y a las cinco de la tarde de ese mismo día, aquel Apóstol de la Libertad había muerto y en una carreta tirada por bueyes fue conducido su cadáver al pueblo de Catarina”.

Como recordó el Comandante Daniel, el pasado 19 de julio, en el Acto del 43 Aniversario de la Revolución Popular Sandinista, las tropas yanquis, con ese acto de barbarie, querían infundir temor al pueblo nicaragüense:

“Y el 4 de octubre del año 1912, el día de su cumpleaños, Zeledón es asesinado por las tropas yanquis en combinación con los vendepatrias, y las tropas yanquis agarran el cadáver de Zeledón y lo empiezan a pasear en carreta por los pueblos, para que la gente tenga temor de seguir dando la batalla contra los yanquis.

Ahí tuvimos a los yanquis ocupando Nicaragua hasta que aparece Sandino […]”

El General Sandino, quince años después del asesinato de Zeledón, retomará su lucha y con su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional derrotará a las tropas norteamericana de Nicaragua, expulsándola del país el 1 de enero de 1933.

¡Honor y Gloria al General Benjamín Zeledón!

¡Sandino Vive, la Lucha Sigue!