Barricada

El pensamiento pedagógico de José Martí

El 28 de enero de 1853, hace 170 años, nació en la ciudad de La Habana, José Julián Martí Pérez.  Poeta modernista, brillante orador, líder de la lucha por la independencia de Cuba, y sobre todo maestro.

Su magisterio se centró en la enseñanza de doctrinas de libertad, lecciones de concordia y ejemplos de dignidad moral.  Instruía a la niñez en las múltiples ramas del saber humano, con claridad, sencillez y amenidad, despertando en ellos el interés por el estudio y su formación como seres humanos y como ciudadanos. 

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En julio de 1889 inició Martí, la publicación de la revista La Edad de Oro, logrando que cuatro números vieran la luz, teniendo que suspenderla en el mes de octubre por falta de apoyo. 

Los años subsiguientes los dedicó a la lucha para la independencia de Cuba, hasta su muerte gloriosa en la batalla de Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895.

Un día antes, había nacido un niño en Niquinohomo, departamento de Masaya, Nicaragua, Augusto Nicolás Calderón Sandino, el futuro General de Hombres y Mujeres Libres.

El 23 de enero recién pasado, todas las calles de Nicaragua, las calles se llenaron de niñas y niños, junto sus padres y madres, que con sus uniformes azul y blanco iniciaron sus estudios en todos los niveles.  Es la alegría de la restitución de la educación pública, gratuita y de calidad.  

Feliz ocasión en la que compartimos extractos del pensamiento pedagógico de José Martí, de total vigencia para nuestro tiempo, y que son guía para padres y madres encargados de la formación integral de sus hijas e hijos en el seno de la familia, y para los docentes que orientan el desarrollo cognitivo. 

  • “La educación empieza con la vida y acaba con la muerte, aunque es la juventud la más propicia edad para la enseñanza, porque es la edad del crecimiento y del desarrollo de la actividad y la viveza, de la imaginación y el ímpetu, y cuando no se ha cuidado del corazón y la mente en los años jóvenes, bien se puede temer que la ancianidad sea desolada y triste”.
  • Trata de despertar en los niños el amor al estudio: “lo que importa es que el niño quiera saber”.   Y se lo dirá; “de modo que lo entienda bien, con palabras claras y con láminas finas”.
  • “Es necesario que los niños no vean, no toquen, no piensen en nada que no sepan explicar”.
  • “A los niños no se les ha de decir más que la verdad, yo nadie debe decirles lo que no sepa que es como se lo está diciendo, porque luego los niños viven creyendo lo que les dijo el libro o el profesor, y trabajan y piensan como si eso fuera verdad, de modo que si sucede que era falso lo que les decían, ya les sale la vida equivocada, y no pueden ser felices con ese modo de pensar, ni saben como son las cosas de veras, ni pueden volver a ser niños y empezar a aprenderlo todo de nuevo”
  • “Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo”.
  • “Los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana, para ver a quien podrán hacerle algún bien, todos juntos”.
  • “Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa no es un hombre honrado”.
  • “El niño que no piensa en lo que sucede a su alrededor, y se contenta con vivir, sin saber si vive honradamente, es como un hombre que vive del trabajo des un bribón, y está en camino de ser un bribón”.
  • “Mejor es morir abrasado por el sol que ir por el mundo como una piedra viva con los brazos cruzados”
  • “Hay hombres que son peores que las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dichosas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso; la llama del Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza, o le pone más carga de la que puede soportar.  El hombre debe ser por lo menos, tan decoroso como el elefante y como la llama”.
  • Recomendación para los padres: “Amigos fraternales son los padres: no implacables censores.  Fusta recogerá quien quién siembra fusta: besos recogerá quien siembra besos- que hoy, en esta expansión creciente de todos los amores en que, a despecho de viejos dientes y ruines mordeduras, se aprietan unos a otros en abrazos purísimos los hombres, – ley es única del éxito la blandura, – la única ley de la autoridad es el amor”.
  • ¿Cómo deben ser los padres y madres, según la pedagogía de José Martí?  “No tuvo nunca para su hijo aquel padre amante, esas rudezas de la voz, esos desvíos fingidos, esos atrevimientos de la mano, esos alardes de la fuerza que vician, merman y afean el generoso amor paterno.  Puso a su hijo respeto, no con el ceño airado, ni con la innoble fusta levantada – que mal puede luego alzarse a hombre al que educa como a siervo mísero, no con la áspera riña, ni la amenaza dura, sino con ese blando consejo, plática amiga, suave regalo, tierno reproche que deja sin arrepentimiento tardío el ánimo del padre, llena de amoroso rubor la frente del hijo afligido por la culpa”.

Fuente:

José Martí (1959).  La Edad de Oro. Cultural, S.A.  La Habana, Cuba