Barricada

Moisés Absalón Pastora: el que las hace las paga

La vida es un proceso constante de aprendizaje, por supuesto aprendizajes buenos y malos que en consecuencia premian o castigan. Por eso desde que nacemos los padres desde sus propias capacidades y experiencias nos infunden el respeto a su autoridad, a lo que determinan son sus normas o reglas que al final se traducen en derechos que nos permitan a prevenir conductas de riesgo.

Un niño que vive sin límites, que es extremadamente consentido, que hace lo que quiere, que es mal criado, -tanto que sus padres temen disciplinarlo- a lo mejor podrá creerse un super poderoso cuando ve que otros de su edad tienen el sentido de respeto a sus progenitores que él insolente no tiene, pero eso es sumamente dañino porque aquel que pierde el respeto a la autoridad, desde el tierno comienzo de la infancia, está severamente expuesto a lo peor.

La familia debe educar a sus hijas e hijos para que aprendan a convivir respetando las reglas, las normas, las leyes y los derechos de todos los demás. Es decir, siempre se debe establecer como fundamento que todo tiene un límite y este lo que nos dice es hasta dónde llegan los derechos y las responsabilidades de las personas porque no es cierto que la libertad te permite hacer lo que quieras.

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Esa frase de “SOY LIBRE Y PUEDO HACER LO QUE QUIERA” siendo joven muchas veces la repetí con altos tonos de arrogancia para responder a los mayores que me aconsejaban sobre algo que no estaba bien. En la mayoría de las veces, gracias a Dios por los buenos ejemplos que vi en mi familia asimilé la advertencia, pero no siempre, porque la inmadurez o más bien la estupidez lo lleva a uno a ser seguidor de lo malo que absorbemos cuando nos empandillamos con quienes nada bueno hacen y ofrecen y es cuando uno mete las de andar con el cuento de “SOY LIBRE Y HAGO LO QUE QUIERO” y todo porque tenemos un concepto errado de lo que es la libertad y pretendiendo vivirla lo que hacemos realmente es arriesgarla.

Cuando se dice “SOY LIBRE Y HAGO LO QUE QUIERO“ la traducción más próxima es ¡SOY LIBERTINO Y QUE! y es cuando se produce un choque de placas tectónicas entre la libertad y el libertinaje que termina produciendo un terremoto megatónico en la vida de quien se enreda con esto.

La diferencia entre libertad y libertinaje radica en que la libertad implica el respeto al otro, además de asumir las consecuencias que conllevan los actos y palabras ejercidos desde el libre albedrío, mientras que el libertinaje, no. El libertinaje es actuar con desenfado, haciendo uso del derecho a la libertad, pero sin asumir las consecuencias de los actos realizados. El libertinaje puede ser una amenaza para la convivencia social porque implica transgredir las normas, sin importar los resultados.

La libertad es un derecho y un valor que está vinculado al respeto y la responsabilidad. Todas las personas tienen la libertad de actuar, pensar y decir lo que quieran, siempre y cuando no afecte a los otros y esa es la norma fundamental de la convivencia.

La libertad es un altísimo derecho sagrado e imprescriptible que todos los seres humanos poseemos. La libertad es la facultad de obrar según su voluntad, respetando la ley y el derecho ajeno.

El término ‘libertinaje’ se utiliza para hacer referencia a aquellas conductas y comportmientos considerados inmorales, que no respetan la ley y que tienen por objetivo la búsqueda del placer inmediato sin importar las consecuencias o el modo que tales conductas afectarán al resto de los miembros de la sociedad. Es importante señalar que si bien comparte ciertos elementos con la idea de libertad, el libertinaje sin duda porta una carga negativa ya que implica desenfreno e inmoralidad.

El libertinaje, no se puede negar, es una característica demasiado común de las llamadas sociedades modernas que por pintarse de super cool muchas veces se cruzan de brazos ante una práctica tristemente impuesta por el supuesto derecho que le confiere la democracia que si trata de frenarla entonces se vuelve dictadura.

El “libertinaje” es el comportamiento que avala la distorsión humana que deriva en la inmoralidad que no respeta leyes, ni principios, ni fundamentos éticos de cualquier índole y tiene por objetivo la búsqueda del placer inmediato, puede ser sexual, protagónico, político o religioso, sin importar las consecuencias o la forma en que esa conducta afectara al resto de la sociedad. Es decir, en síntesis, el libertinaje es una carga negativa que implica desenfreno e inmoralidad.

Generalmente asociamos el libertinaje con conductas sexuales y búsqueda de placeres corporales. Por ejemplo, las demostraciones de afecto o atracción sexual en espacios públicos, sean estas heterosexuales, homosexuales o lésbicas o también aquellas que en el ámbito privado implican la alteración de los parámetros considerados normales como las prácticas en conjunto como tríos o más o la utilización de elementos de violencia que derivan en el flagelo y masoquismo que no sé cómo existen, pero de que existen, existen y hay salvajes que entre más dolor experimentan más felices son.

Sin embargo, el libertinaje también se entiende y se considera como una falta de respeto a las leyes establecidas por la sociedad. Fenómenos tales como la delincuencia, la inseguridad, la sedición que llama al desconocimiento de la ley y la autoridad, es una práctica muy peligrosa que se arrogaron como derecho, nunca conferido por la democracia, anarquistas que lograron desestabilizar y hasta derrocar gobiernos constitucionalmente electos en la medida que les fue permitido.

Pues bien sobre el “libertinaje” y las consecuencias para quienes lo practican, creyendo que en esta patria las leyes solo están pintadas, tenemos mucho de qué hablar, tenemos mucho que advertir, para que aquellos que aún no lo entienden, no sigan confundiendo la libertad de opinar con mentir, a la libertad de protestar con la violencia, a la libertad de elegir con derrocamientos, a la libertad de pensar con conspirar, a la libertad de expresarse con los tranques, a la libertad de organizarse con destruir, a la libertad de hacer oposición con terrorismo y a la libertad de evangelizar con predicar el odio.

En libertad todos crecemos y nos desarrollamos porque con ella creamos paz, pero el libertinaje es solo siembra para el terror y el espanto y eso es algo que no podemos permitir y así debe ser entendido por moros y cristianos porque nadie, independiente de su condición económica, social, política, cultural o religiosa puede estar por encima de la ley y en ese sentido el que las hace las paga, aunque en Nicaragua aún queden algunos que no han pagado solo porque fueron amnistiados y tuvieron la coherencia, por lo menos, de no repetir sus crímenes, pero otros nunca lo entendieron y tuvieron que ser deportados e irse con la miseria de todos sus odios al financiero que les pagaba para que destruyeran a nuestro país.

Nicaragua vive un estado de derecho y ser sandinista, ser opositor, ser periodista, ser ministro, ser diputado, ser alcalde, ser sacerdote o ser obispo no te concede ningún privilegio por encima de la ley y si cualquiera de los que podamos estar bajo esos rangos u otros la hiciéramos y se quisiéramos pasar por alto la existencia de la ley, la pagaríamos.
Por no entender eso Rolando Álvarez, a secas, está tras las rejas como cualquier delincuente en la Modelo de Tipitapa y fue sentenciado a 2o años de cárcel no por religioso, no por obispo, no por político, sino por traidor a la patria, por coludirse con el extranjero imperial que siempre querrá dañarnos.

Rolando Álvarez, a secas, ha sido condenado a cinco años por ciberdelitos porque desde la plataforma mediática que construyó para sí, como Secretario de comunicación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, desde la que se perfiló como líder político en su inagotable egolatría y no como religioso, mintió, llamó a la sedición no solo alimentando con contenidos de odio la programación de emisoras que nunca tuvieron autorización de estar al aire, sino que también repetía y repetía las homilías sangrientas que originaba desde el púlpito de la catedral de Matagalpa y que además amplificaba con enormes torres de parlantes desde los patios externos de aquel templo que dejó de ser la Casa de Dios y se convirtió en la guarida de un dictador que llegó en su momento hasta amenazar de muerte a uno de los suyos en Estelí.

Rolando Álvarez, a secas, fue condenado a un año de prisión por desacato e irrespeto a la autoridad, porque eso es lo que pasó haciendo desde que creyó que por tener sotana podía convertirse en la conciencia moral de la inmensa mayoría de los nicaragüenses y creyó, que aquella metáfora del Comandante Edén Pastora de que a las sotanas también le entraban las balas o sea que las leyes también se aplicaban a los Obispos, era tal vez para otros pero no para él porque en su inmensa soberbia y vanidad llegó a pensar que era único.

Por todo eso y más Rolando Álvarez, a secas, está preso en la Modelo con 26 años a tuto y en calidad de apátrida porque de la misma manera que las hizo así las tiene que pagar y ahora tragándose toda esa arrogancia que consumó a lo largo de toda su vida y además con la triste realidad de saberse solo porque nadie de sus colegas se atreve a meter las manos por él porque las pruebas son más que evidentes, porque lo que hizo fue un crimen y el mayor de ellos utilizar al Creador y a Jesús de Nazaret como escudo de sus barbaries porque él es causa del mal causado.