Barricada

Con la cartilla en la mano y con Sandino en el corazón

23 de marzo de 1980: una fecha histórica para el pueblo de Nicaragua, las lámparas del saber, eran encendidas para iluminar de amor todo el territorio nacional. Jóvenes entusiastas, llenos de ganas de enseñar a todos los hermanos campesinos, trazando caminos sobre la cartilla. Enseñando a leer y a escribir con el corazón lleno de revolución.

Y es que, desde antes del Triunfo de la Revolución, un equipo de trabajo del Frente Sandinista, venía elaborando un ante-proyecto de alfabetización, que luego serviría como punto de partida para nuestra gloriosa Cruzada Nacional de alfabetización.

El primer paso de la Coordinación Nacional fue el de estudiar las experiencias de alfabetización de países hermanos tales como Cuba, Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde, etc.

Te puede interesar: El legado pedagógico de la Cruzada Nacional de Alfabetización en Nicaragua

La Cruzada tuvo varias fases: la planificación inicial y selección del método de enseñanza, el desarrollo de talleres de capacitación junto con pruebas de campo para perfeccionar los métodos seleccionados.

Todo el trabajo y planificación inicial culminó con el acto de despedida del Ejército Popular de Alfabetización, en la Plaza de la Revolución, niños, jóvenes, hombres y mujeres embarcados en un sueño, erradicar el analfabetismo, crear conciencia y hacer de Nicaragua una nación para todos.

Los cinco grandes fines de la Cruzada fueron, en primer lugar, combatir el problema social del analfabetismo. Segundo, que el campesinado conociera la realidad social de Nicaragua. Tercero, que la juventud participara activamente en cambio nacional y vivieran una experiencia formativa sustancial. Cuarto, movilizar a la juventud para iniciar otros proyectos de interés nacional, y quinto, preparar la creación del Viceministerio de Educación de Adultos (VIMEDA).

Esta gran movilización significaba no solo erradicar la oscuridad de la ignorancia, si no también darle protagonismo a nuestro campesinado, oculto y marginado por el somocismo. Ahí nacieron nuevas familias, porque cada alfabetizador que llegaba a una comunidad, era un nuevo miembro de la casa.

El campesino aprendía a leer y escribir, pero cada joven se llevaba la lección marcada de la solidaridad. Eso fue y es la revolución.

Durante la CNA, cayeron 59 brigadistas, entre los cuales recordamos al líder campesino Georgino Andrade, masacrado por la contrarrevolución. El 23 de agosto de 1980, luego de 6 meses inmersos en la montaña, la juventud revolucionaria culminaría aquella labor que pretendía compartir el pan del saber en las zonas más alejadas del país.

Ese mismo año, la Organización de Naciones Unidas por la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), reconoció a la Cruzada Nacional de Alfabetización como la mayor movilización de amor para el pueblo, por su carácter masivo, participativo y unitario.

Hablar o escribir sobre la cruzada Nacional, es reescribir una y otra vez, una historia de amor y de lucha. Con la cartilla en la mano y con Sandino en el corazón.

Han pasado más de 40 años donde hoy, aquellos jóvenes siguen muchos al pie del cañón, apoyando las tareas encomendadas por nuestra revolución, trabajando de la mano con la juventud de esta época, porque el deber con el pueblo sigue siendo el mismo, hoy con los medios necesarios brindados por nuestro Gobierno, que restituye a cada ciudadano el derecho a estudiar con un sistema de calidad y en gratuidad.

¡Puño en alto, Libro abierto!

¡Viva la gran Cruzada Nacional de alfabetización!