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Pancasán: Los guerrilleros de las primeras generaciones

Guerrilleros de Pancasán

El 27 de agosto de 1967, hace 56 años, se realizó la Gesta heroica del Movimiento guerrillero de Pancasán y Fila Grande. Cayeron en combate, entre otros, Silvio Mayorga y Pablo Úbeda, de la Dirección Nacional, así como Francisco Moreno, Otto Casco, Fausto García, Óscar Danilo Rosales, Nicolás Sánchez “El Tigre del Cerro Colorado”, Carlos Reyna, Ernesto Fernández y Carlos Tinoco. Hicieron parte de las primeras experiencias guerrilleras, abriendo el camino a las nuevas generaciones, en la lucha contra la dictadura somocista.

Los guerrilleros de las primeras generaciones, que fueron protagonistas de la gesta guerrillera de Pancasán, nos dejaron sus testimonios de vida, en momentos en los cuales hacer revolución era desafiar todas las leyes injustas, todas las armas del aparato militar y de seguridad del enemigo, todas las normas de la realidad que los oprimía. Significó ser consecuentes con cada uno de los ideales que firmaron con sangre. En sus testimonios, pensamientos y análisis, encontramos la esencia de nuestra historia revolucionaria y sus raíces ideológicas, que se renuevan cada vez que cada uno de nosotros las trae al presente, reescribiendo nuestro pasado, para comprender e interpretar el presente e imaginar y construir con más precisión el futuro de nuestra Revolución.

Extractos de los Apuntes iniciales sobre el FSLN del Comandante Tomás Borge (1981)

“En el curso del año 1966 el FSLN, procede a la preparación de la acción guerrillera de Pancasán y sale un comunicado firmado por dirigentes del Frente Sandinista. En esta experiencia por primera vez la guerrilla logró desprenderse del carácter invasionista que la había definido, porque en Pancasán las acciones armadas fueron organizadas no en Honduras, sino en las montañas del centro del país. Es en Pancasán y Fila Grande donde se centran los trabajos de la preparación guerrillera con el apoyo de campesinos de la región y donde empiezan a destacarse compañeros como Óscar Turcios y Rigoberto Cruz, que ya había estado, este último, en la incursión armada del año 1963. […] Esta experiencia tuvo un significado inmenso para la lucha revolucionaria; se reafirma la lucha armada al confirmarse la imposibilidad de lograr el derrocamiento de la dictadura militar por medios pacíficos. Cuando digo se reafirma, es que el pueblo nicaragüense adquiere conciencia de que sólo la lucha armada es la única capaz de derrotar a la dictadura somocista».

Fragmentos de los testimonios de la compañera Gladys Báez Álvarez (1979)

“Rigoberto Cruz tenía el seudónimo de Pablo Úbeda, entró a la montaña si mal no recuerdo en 1964 como comprador de animales y medio curandero, esto hizo posible que se vinculara directamente con los campesinos y por su gran preparación política, fue clasificando gentes para la revolución, a la vez que iba señalando nuestros propios caminos.

Esa zona del norte del país se había escogido por la posición geográfica y por el alto concepto de organización y de lucha por los campesinos por la tierra.

Fue tal  la preparación política dentro del campesinado que se dieron fenómenos como los siguientes: lugares donde nosotros pasamos y no borramos las huellas porque ellos se encargaban de hacerlo, los lugares donde las compañeras ponían pañales guindados como bandera para indicarnos peligro cuando habían  señales de sonido y lo más extraordinario de esa época fue que la Guardia Nacional capturó a varios campesinos que sabían dónde estábamos y si bien es cierto que nosotros no dormíamos por eso, no cambiamos de campamento.  Y regresaron nuestros hermanos con desguazadas sus carnes pero [no hablaron], habían respondido como lo que eran, verdaderos hijos De Sandino.

Éramos un pelotón con grandes ideales, cuando nuestros hermanos del Estado Mayor se retiraban a trabajar, nosotros por escuadra nos retirábamos a dialogar sobre nuestro futuro y el futuro de Nicaragua, sobre las noticias de todo el día, esto lo hacíamos en momentos de descanso, agotamiento físico diría hoy, pero era tal nuestra convicción.

Tomas Borge y Óscar Turcios eran los responsables militares, bueno Carlos Fonseca lo era todo y Silvio Mayorga, formaban un equipo que lo resumía todo y para todos.

Se hacían caminatas, se practicaban emboscadas y nos trasladábamos a otro lugar distante para poder practicar con todas las armas que andábamos, con no más de 3 tiros cada uno, para no gastar muchas municiones.

Otra cosa importante que se dió con Pancasán fué que se pensaba que nosotros para subsistir no íbamos a depender de los compañeros de la ciudad, por eso se hicieron esos trabajos de buzones, y supongo que los que no encontró la Guardia Nacional sirvieron a las nuevas incursiones guerrilleras. Nosotros soñábamos despiertos, entre la tropa nos habíamos hecho un mismo propósito: Si uno de nosotros quedaba con vida tenía que quedarse en el campo a formar Comunidades Agrarias Sandinistas y ciudadelas en el campo para que nuestros hermanos campesinos no envidiaran nada de la ciudad.

Dejo constancia que nunca fui partidaria del divisionismo sino más bien de la unidad y esta narración la hago en esta forma apegándome a la realidad de la historia de los acontecimientos; hoy deseamos que nuestras fuerzas revolucionarias sean monolíticas alrededor del F.S.L.N., vanguardia político-militar del pueblo.

En memoria de nuestros héroes y mártires sandinistas, con o sin nombre, les pedimos, […] estar alerta en cualquier momento y lugar por si el imperialismo o la reacción montara una contrarrevolución, ya que hoy la gran tarea es: defender La Revolución de Nicaragua”.

Fragmentos del libro Pancasán, narrado por la combatiente guerrillera Gladys Báez, publicado por la Editorial Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua UNAN, en 1979, Año de la Liberación Nacional.

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