En esta temporada de lluvias los casos de dengue se han incrementado en toda la región centroamericana.Mientras sigan las lluvias seguiremos teniendo la amenaza de dengue, al igual que de otras enfermedades ligadas al clima. La lucha contra la transmisión de esta enfermedad se debe enfocar en el combate al vector, el mosquito Aedes aegypti. Dos ejes de trabajo son la base de la estrategia, a saber, la reducción de los adultos voladores, que son los que pican (solo las hembras) transmitiendo el virus, y al mismo tiempo, evitando la reproducción de nuevos mosquitos por medio de la eliminación de sus criaderos. Los Aedes pueden poner sus huevos en cualquier recipiente que contenga agua en el hogar, como pilas, barriles, tanques y cualquier lata o plástico que acumule agua, en especial los encontrados en los basureros.
Como estos zancudos pueden volar 100 metros o más, es necesario eliminar los criaderos en todo un barrio o comunidad, ya que basta un solo sitio de cría activo para producir suficientes adultos transmisores que afecten a todas las familias que viven en ese radio. Una hembra del zancudo puede poner alrededor de 60 huevos, los que se transforman en larvas (que pueden verse en el agua), las que más o menos en una semana se transforman en adultos.
Por esto es que, aunque uno ejerza un buen control de los moquitos en el hogar, siempre se puede tener la presencia de otros que vienen de casas vecinas, donde hay criaderos. Solamente la acción social conjunta y coordinada puede ejercer un control efectivo de las poblaciones de zancudos y de esta forma contener la transmisión de la enfermedad.
En esta lucha de carácter permanente juegan un rol fundamental las brigadas de control de vectores del MINSA, la autoridad sanitaria nacional. Ellos, con uniforme celeste, son los encargados de las fumigaciones y de eliminar los criaderos y poner larvicida en los sitos que pueden acumular agua. Estos funcionarios ejercen su labor nacional en medio de condiciones difíciles como sol inclemente, lluvia, terrenos de difícil acceso y, a veces, con la incomprensión de personas que no los dejan entrar a sus casas para ejercer su labor. Merecen todo nuestro respeto y agradecimiento. Su labor va más allá de un deber; es un apostolado en favor de la salud y el bienestar de la gente. ¡Abrámosles las puertas!
∗ El autor ha sido asesor en salud y ambiente de la Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) durante 25 años.