Biografías

Homenaje al Comandante Tomás Borge

Escrito por : Luis Guerrero 30 de abril de 2025

“Y Tomás está presente en todas estas Batallas que estamos librando l@s nicaragüenses, están presentes todos los Héroes, los Mártires, que a lo largo de nuestra Historia han luchado por un Mundo más Justo […]”

Comandante Daniel Ortega, 30 de abril 2021

Las facetas, papeles, roles y responsabilidades que tenemos en el transcurso de nuestra vida se vuelven innumerables y pasan ante nuestros ojos sin darnos cuenta. Algunas nacen de nuestros sueños, otras las asumimos con el tiempo, para crecer, para resistir, para transformar. Esa lucha que libramos día a día es la que, con el paso del tiempo, se llama historia.

Y hubo un hombre en Nicaragua que logró soñar, luchar y vivir con dignidad cada una de esas responsabilidades que llegaron a su camino. Ese hombre fue Tomás Borge Martínez.

Infancia, juventud y despertar revolucionario

Tomás Borge Martínez nació en Matagalpa el 13 de agosto de 1930, en un hogar de clase media. Su madre, doña Anita y su padre don Tomás lo criaron con ternura y firmeza. Desde pequeño, mostró una inteligencia despierta, una sensibilidad aguda y un desprecio hacia la injusticia. Las circunstancias familiares y el ambiente político en que creció marcaron su carácter, lo hicieron evolucionar. En una Nicaragua marcada por la represión y la miseria humana, comenzó a formar su conciencia crítica, escuchando en voz baja los relatos sobre Sandino y su lucha contra los Estados Unidos.

A los 13 años, se involucró en actividades políticas en contra de la dictadura somocista y a los 16 ya dirigió su primer periódico, Espartaco, símbolo de rebeldía juvenil. Formó parte del grupo que publicaba Vanguardia Juvenil y luego Segovia, donde se lanzaban reflexiones de contenido revolucionario. Su pensamiento, ritmo y velocidad como revolucionario se formó en la práctica, en el estudio constante y en el compromiso. En 1950 se trasladó a Managua con el deseo de aportar al despertar político de la juventud nicaragüense.

El nacimiento del revolucionario

A comienzos de los años 50, Tomás dio el salto decisivo a la lucha revolucionaria. Aunque inició estudios de Derecho en León, su verdadera escuela será la calle, la cárcel y la montaña. Estrechó su vínculo con Carlos Fonseca Amador, con quien fundó círculos de estudio marxistas y desarrolló una visión clara de la historia nicaragüense desde la perspectiva popular. Publicó El Universitario, periódico contestatario que difundía ideas progresistas.

En 1956, tras el ajusticiamiento de Anastasio Somoza García por Rigoberto López Pérez, Tomás fue acusado de encubridor. Fue condenado a nueve años de cárcel, de los cuales cumplió tres. Desde la prisión, resistió torturas y aislamiento, sin doblegarse. La cárcel lo transformó en un símbolo de dignidad, mientras que su pluma y su palabra se afilaban. Su pensamiento adquirió madurez, y su compromiso con la lucha revolucionaria se volvió inquebrantable.

Fundador del Frente Sandinista y guerrillero

En 1961, junto a Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Santos López y otros combatientes, Tomás fundó el Frente Sandinista de Liberación Nacional. La organización nació en condiciones difíciles: clandestinidad, persecución. Tomás asumió tareas logísticas, políticas y militares. Realizó viajes para construir alianzas, buscó apoyo logístico en Cuba, y participó en las primeras experiencias guerrilleras en las montañas del norte del país.

Vivió las experiencias de El Chaparral y de Pancasán, pero también la resistencia en las ciudades. En 1974 coordinó la toma de la casa de Chema Castillo. En 1976, cayó preso nuevamente y fue víctima de brutales torturas. Permaneció encadenado, aislado, pero no delató a nadie. Protagonizó una huelga de hambre que conmovió al país. En 1978, tras la toma del Palacio Nacional, fue liberado y volvió a la lucha de inmediato. En 1979, participó en la insurrección final, que puso fin a la dictadura somocista.

Ministro, dirigente, diplomático

Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, Tomás Borge asumió el Ministerio del Interior. Desde ahí, impulsó la construcción de un nuevo orden institucional basado en la seguridad, la dignidad y la defensa de los intereses populares y enfrentó con determinación la agresión contrarrevolucionaria financiada por Estados Unidos. Al mismo tiempo, fue uno de los principales voceros del proyecto revolucionario en el exterior.

Representó al Frente Sandinista en la COPPPAL, donde estableció lazos sólidos con líderes políticos, intelectuales y movimientos progresistas. Su capacidad de oratoria, su visión de largo plazo y su compromiso lo hicieron destacar en foros regionales. En las distintas responsabilidades y espacios que ocupó, mantuvo su compromiso con la línea revolucionaria del FSLN y la lealtad al Comandante Daniel. Fue una voz clara en momentos de confusión y una presencia firme en tiempos de turbulencia.

Escritor de la Revolución y periodista 

En el periodo de los 16 años oscuros de neoliberalismo en Nicaragua, Tomás no se retiró del combate. Cambió el fusil por la palabra y siguió militando desde la trinchera ideológica. Publicó textos de alto valor político y humano. Su libro Un Grano de Maíz, basado en una entrevista con Fidel Castro, se volvió una obra referencial en América Latina.

Escribió con lucidez y profundidad.Tomás se mantuvo firme en su derecho a cuestionar y aprender. Su papel como periodista de temas políticos no fue menor: dejó una obra que aún necesita ser más estudiada y conocida.

El legado poético y político

Tomás Borge fue más que un político: fue un poeta de la vida y la lucha. Su obra literaria refleja su visión rebelde, su ternura revolucionaria, su dolor por los mártires y su amor al pueblo. Publicó poemarios como La Ceremonia Esperada y A la Sombra de un Grano de Sal, donde se combinan la denuncia, la belleza y el testimonio. El perdono a sus torturadores plasmado en la célebre expresión “mi venganza personal” resume su grandeza espiritual y su convicción política.

Fue amigo de escritores como Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. Su palabra encendía las plazas, sus discursos estremecían al pueblo siendo un puente entre la lucha armada y la lucha cultural. Su poesía no es un adorno de su biografía, es una herramienta más de combate. Fue, como expresó en su momento Aldo Díaz Lacayo, “un guerrillero de las metáforas”.

El último adiós (2012)

El 30 de abril de 2012, a los 81 años, Tomás partió a la inmortalidad. El pueblo lo despidió en la Plaza de la Revolución, donde tantas veces habló. El Comandante Daniel y la compañera Rosario Murillo le rindieron honores de Estado, y cumplieron su voluntad: descansar junto a Carlos Fonseca, su hermano de lucha. La bandera rojinegra lo cubrió y el canto del pueblo lo acompañó. Las juventudes levantaron sus poemas, sus frases, su ejemplo.

Ese día no murió un hombre: se elevó una leyenda. El último de los fundadores del FSLN vivos cerraba un ciclo y abría otro. Porque Tomás no es recuerdo: es inspiración. No es pasado: es llama viva. Su ejemplo sigue latiendo en cada joven que abraza la bandera del Frente Sandinista, en cada militante que resiste, en cada revolucionario que sueña con paz, soberanía, dignidad y defiende a Nicaragua.

Tomás vive en la conciencia del pueblo, vive en los barrios, en las universidades, en las montañas y hoy en día en las redes sociales donde la juventud rescata sus discursos, hace artes ilustrativos y demás. Vive en la palabra firme del Comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo, que siguen defendiendo la Revolución con el mismo espíritu que Tomás forjó.

¡Patria Libre o Morir!

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