En las faldas del Volcán Mombacho, en Diriomo, Granada, florece una historia de amor, esfuerzo y compromiso ambiental. Estela Pérez Hondoy, de 36 años, junto a su esposo, ha convertido su hogar en un refugio para ranas, tortugas, mariposas… y también para la esperanza.
Desde hace dos años y medio, este matrimonio ha dedicado su vida al zoocriadero “Entre Amigos y Más”, un espacio que combina la conservación de especies en peligro, actividades ecoturísticas y educación ambiental. “Este proyecto nació a raíz de una visita al zoocriadero de Don Fernando López. Ahí surgió la idea de emprender con un enfoque ambiental, para ayudar a reproducir y repoblar especies que están siendo amenazadas por la caza”, cuenta Estela.

Rana verde de ojos rojos, rana flecha, gallego verde, tortuga sabanera, anolis verde… la lista de especies que cuidan y reproducen en este sitio es tan colorida como la pasión con la que lo hacen. “Nuestro propósito es el cuido ambiental. Queremos que la gente aprenda, conozca, pero sobre todo que se les inculque amor y respeto hacia la naturaleza”, expresa con firmeza.
Además de criar especies en cautiverio para luego liberarlas, el zoocriadero también funciona como centro de rescate. “El MARENA nos trae animales que necesitan rehabilitación. Aquí los cuidamos y, cuando están listos, los devolvemos a su hábitat”, explica la protagonista.
El mariposario es otro de los espacios que despiertan asombro. “Tenemos larvas, pupas y huevos que cuidamos con plantas hospederas. Enseñamos el proceso completo. El recorrido puede durar hasta una hora porque brindamos información sobre cada especie”, detalla Estela, quien también destaca que el manejo del idioma inglés ha sido clave para atender a turistas extranjeros.

Una de las satisfacciones más grandes para esta familia ha sido ver transformarse su esfuerzo en resultados: “Hemos tenido experiencias exitosas de liberación. Para nosotros es un orgullo ver crecer el proyecto y saber que estamos cumpliendo el propósito”, dice emocionada.
El zoocriadero se ha articulado con el turismo local y es incluido en los tours hacia el Mombacho. “Un 99% de los visitantes al volcán pasan por nuestro centro. Eso nos ha permitido crecer y ampliar espacios”, comenta.

Su sueño es seguir diversificando las especies y enfocarse especialmente en aquellas en peligro de extinción. “Queremos tener un plus distinto, ya sea por los idiomas o por las especies que cuidamos. Hemos cambiado mentalidades, corazones y experiencias”, concluye con orgullo.
Apoyados por instituciones como el MARENA, IPSA y el Ministerio del Ambiente, este pequeño gran refugio demuestra que, cuando hay amor por lo que se hace, la naturaleza también agradece
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