Escrito por: Freddy Arana
“Y es Sandino a través de Rigoberto, haciendo Justicia”, Comandante Daniel Ortega, 12 de septiembre 2013
Hace 96 años, el 13 de Mayo de 1929 nació en León, Rigoberto López Pérez, cuya audacia y sacrificio personal fueron fundamentales en la construcción de nuestra Nicaragua rojinegra.
Desde sus humildes comienzos como aprendiz de sastre en el Hospicio de San Juan de Dios, donde su padrino el Sacerdote Agustín Hernández lo internó, un joven Rigoberto ya mostraba un gran interés por el conocimiento.
Se fascinó por los escritos de Rousseau, José Enrique Rodó, Antenor Sandino Hernández y el genio poético de Darío. En su paso por la Escuela de Comercio Silviano Matamoros, aprendió redacción y la taquimecanografía.
Se desarrolló como obrero-tipógrafo en las páginas de «El Cronista», donde fue dejando plasmado en versos un profundo amor patrio y un visceral rechazo a la opresión dictatorial de la dinastía de Somoza.
Nuestro héroe y poeta a sus 26 años vivió en El Salvador entre 1951 y 1956, donde junto a Edwin Castro (padre), Cornelio Silva y Ausberto Narváez, planeó la gesta que lo llevaría a alcanzar su martirio, pero no nos equivoquemos, Rigoberto no era un suicida, este plan tenía ideada una salida para que Rigoberto pudiera escapar.
“He decidido, aunque mis compañeros no querían aceptarlo, el tratar de ser yo el que inicie el principio del fin de esa tiranía. (…) Lo que yo he hecho es un deber que cualquier nicaragüense que de veras quiera a su patria debía haber llevado a cabo hace mucho tiempo. Lo mío no ha sido un sacrificio sino un deber que espero haber cumplido”
Rigoberto López Pérez
Fue en la Casa del Obrero donde se celebraba una fiesta a la que acudía el presidente Somoza García, donde se infiltró. La acción había sido planificada en detalles, pero cuando se dio cuenta que no iba a poderla realizar a como había pensado, tuvo dos opciones: desistir o ejecutarla a costo de la vida. Eligió ajusticiar al dictador. Gracias a su coraje el curso de la historia de nuestra amada Nicaragua cambió tras ajusticiar al dictador Anastasio Somoza García el 21 de septiembre de 1956.
Cinco años después, se fundaría el FSLN.
Hoy su valentía vive y no se olvida, en cada calle, en cada esquina, dentro de nuestra juventud de todos los tiempos. Los recuerdos de su coraje resuenan en cada rincón de nuestra tierra.
Que su memoria siga inspirando a las generaciones futuras en la construcción continua de una patria Libre, Digna y Siempre Soberana.
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