Por primera vez frente al micrófono, con voz entre nerviosa y entusiasta, Yeril González se presenta como quien está por abrir la puerta de una historia que jamás imaginó que otros querrían escuchar.
“Primero que nada gracias por la invitación… La verdad es mi primer podcast, me siento un poquito nervioso, pero estoy listo para la conversación”, dice con una sonrisa tímida. Así comienza esta entrevista: no con un experto de redes, sino con un maestro de aula que quiso comprender a sus estudiantes y terminó convirtiéndose en creador de contenido.
El origen: “No entendía sus memes… entonces los desafié”
Todo comenzó en el aula. El profe Yeril como es conocido en redes sociales, recuerda con claridad aquellos primeros días como docente, cuando intentaba romper la barrera generacional con sus estudiantes. La tecnología estaba de su lado, pero el lenguaje digital no.
“Mis estudiantes pasaban metidos en Facebook. Me enseñaban memes y yo no los entendía… ¡y ellos se reían de mí! Entonces les dije: ‘Voy a descifrar sus memes… y voy a hacer los míos, y ustedes no los van a entender’”.

Así nació “Memes El Profe”, su primera página de Facebook. Subía imágenes chistosas, sin mucha técnica, pero con intención. Sus alumnos lo criticaban, se burlaban, le decían que sus memes eran malos. Y él sabía que lo eran. Pero también sabía que el inicio de todo aprendizaje es el error.
“Yo solo quería comprender su mundo”, dice. Pero Facebook no se lo puso fácil. Comenzó a tener problemas por no dominar las reglas de la plataforma: descargaba imágenes sin revisar derechos, recibía sanciones, bloqueos para publicar, restricciones de monetización.
“Vivía castigado en redes sociales”, recuerda entre risas.
El salto a TikTok y el primer video viral
El año 2022 marcó un antes y un después. TikTok se posicionaba como la red dominante, y Yeril decidió probar suerte. Fue en el auge de la serie El Juego del Calamar que publicó su primer video, una adaptación de un reto viral con cumbia incluida.
Luego vino su primer contenido viral: una recopilación de las Fiestas Patrias con banda escolar, transiciones, mensajes a cámara y cientos de estudiantes vibrando al ritmo de septiembre.
“Yo grababa a todos los que íbamos en el recorrido… decía la fecha, el mensaje, y eso llegó a mil vistas. Para mí fue una locura”.
Los estudiantes lo seguían. Le pedían saludos. Se conectaban a sus en vivos. “Tal vez solo había tres o cuatro conectados, pero eso me motivaba un montón”.

El equilibrio entre el aula y el contenido
Una de las claves de Yeril es que nunca mezcla su práctica educativa con la creación de contenido. “Cuando estoy con mis estudiantes, llego a enseñar. Ellos saben que yo hago videos, pero nunca me piden grabar”.
Aunque las bromas siempre están. Si sube un video como repartidor, al día siguiente en clase le dicen: “¡Aja profe, ahora trabaja de delivery!”
Esa separación es clara para él. Y también para sus alumnos.
El odio en redes… y la ortografía como respuesta
Como todo creador, ha recibido malos comentarios que cuestionan su rol como maestro, pero él tiene una política clara: solo responde si el comentario está bien escrito.
“Si el mal comentario tiene buena ortografía, puntos, comas, sujeto y predicado, lo respondo. Si no, lo ignoro”, dice.
Recuerda un comentario que lo acusaba de “solo tiktokear” y “no enseñar nada”. No respondió directamente. En su lugar, corrigió la ortografía del mensaje. “No solo entendieron el punto, también aprendieron gramática”, dice con picardia.

El fenómeno Pancho: de mercado a ídolo estudiantil
La historia más entrañable de Yeril tiene nombre propio: Pancho, un pollito de hule comprado en el mercado.
“Lo metí en mi mochila y se me olvidó. Cuando llegué a clase y lo saqué, los chavalos lo vieron… y ya no hubo vuelta atrás”.
Pancho se convirtió en parte de una dinámica llamada “Va pasando el pollo”. Si el juguete chillaba, pasaba al siguiente estudiante. Si no, quedaba fuera. Así rompían la rutina y hacían del aula un espacio más cercano.
El personaje trascendió niveles. Desde primaria hasta universidad, todos preguntaban por Pancho.
“En la U pensé que ya no… pero hasta los universitarios me pedían que lo llevara”.
Pancho fue más que un juguete. Fue símbolo de cercanía, creatividad y conexión. Pero como toda leyenda, tuvo su final. En febrero de este año, durante un curso sobre identidad nacional, Pancho desapareció.
“Pregunté… y no apareció más. Esa fue su última clase conmigo”.
El maestro que no teme reinventarse
La historia de Yeril González no es sobre un “maestro influencer”, sino un ser humano que entiende que enseñar no es repetir fórmulas, sino abrir caminos.
“Mi contenido no es solo educativo. Es sobre mi vida, sobre lo que vivo dentro y fuera del aula. Pero lo que la gente no entiende es que son dos mundos distintos. Y que en ambos, pongo el corazón”.
Con micrófono en mano y voz más segura, Yeril deja claro que su objetivo sigue intacto: educar, conectar, y seguir aprendiendo del lenguaje que hablan sus estudiantes.
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