La Escuela Nacional de Danza Adán Castillo, ubicada en el Instituto de las Culturas de Pueblo y Juventudes en Managua, es una institución dedicada a la formación académica profesional de niños, adolescentes y jóvenes que desean dedicarse a la danza como profesión. Esta escuela ofrece un camino formativo serio y completo para quienes quieren especializarse en danza folclórica y danza contemporánea, abarcando edades desde los 3 años hasta los 24 años, e incluso brindando opciones para la profesionalización de maestros y coreógrafos con trayectoria.
Victoria Rodríguez, docente de la escuela y quien comenzó su formación en danza a los tres años, comenta que para ella la danza no es solo un arte sino un estilo de vida. “Me levanto y ya pienso en qué voy a entrenar, qué voy a enseñar, qué pasos debo perfeccionar con mis estudiantes”. Victoria explica que el acompañamiento y la disciplina son fundamentales, sobre todo en los niños pequeños que dependen del apoyo familiar para continuar sus estudios. La escuela ofrece una formación integral que va más allá de enseñar pasos: inculca valores, cultura, identidad y un profundo amor por las raíces nacionales.

Uno de los grandes aportes de la Escuela Nacional de Danza es la organización de eventos que reúnen a bailarines y coreógrafos de todo el país. Entre estos destaca el Festival de Jóvenes Coreógrafos, donde estudiantes presentan propuestas coreográficas en diferentes formatos —solo, dúo, trío o grupal— y compiten ante un jurado experto conformado por bailarines y profesionales con décadas de experiencia. Este festival, junto a los encuentros infantiles y de danza moderna, se convierte en un escenario donde el talento emergente de Matagalpa, Juigalpa, León, Masaya, Managua y otras regiones, brilla y fortalece la escena dancística nacional.
La formación académica que reciben los estudiantes es amplia y especializada. Además de la práctica en danza folclórica y contemporánea, reciben clases de técnica clásica, historia de la danza, historia del arte, composición coreográfica y metodologías específicas para cada estilo. Esto permite que al egresar, los bailarines no solo dominen el movimiento, sino que comprendan la importancia cultural e histórica de cada baile, y estén preparados para transmitir ese conocimiento con sensibilidad y profesionalismo. Por ejemplo, saber que el Palo de Mayo es más que un baile alegre, es conocer sus raíces y tradiciones, fortaleciendo así la identidad cultural.

Para quienes desean integrarse a la escuela, Victoria Rodríguez resalta que el principal requisito es tener amor por la danza y disciplina, ya que este arte requiere compromiso constante. También menciona que los aranceles son accesibles y que la escuela cuenta con horarios flexibles, con cursos regulares entre semana y cursos sabatinos para facilitar la participación de los estudiantes. Aunque la formación profesional está dirigida a jóvenes hasta 24 años, también existen otras casas de cultura en Managua que ofrecen clases gratuitas para personas mayores que desean acercarse al folclor y otros géneros de danza.
Finalmente, Victoria comparte su orgullo y alegría por ser parte de la Escuela Nacional de Danza desde niña y ahora como docente, transmitiendo sus conocimientos a nuevas generaciones. Agradece que el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional haya impulsado políticas que integran el arte y la cultura desde la educación básica hasta la universitaria, facilitando el acceso de la población a estas expresiones y promoviendo la preservación de las tradiciones nicaragüenses a través de la danza.
Así, la Escuela Nacional de Danza Adán Castillo se consolida como un espacio fundamental para el desarrollo profesional de bailarines y coreógrafos en Nicaragua, impulsando una cultura rica en tradición y creatividad, que se proyecta con orgullo dentro y fuera del país.
