Escrito Por: César Mairena
“Y estaban ahí explorando en medio de la montaña, solos, guiándose por el rugido del avión, que de repente se les ocultaba en las nubes, y luego volvía a aparecer, hasta que el flechero dijo: ¡Ahora sí! Y apuntó y vino el disparo, y el disparo derribó el avión, murieron 3 en el avión y sobrevivió uno que se lanzó en paracaídas. Ese que ven ahí, el gringo, Agente de la CIA, que había sido del Ejército norteamericano, Eugene Hasenfus, fue el único que se salvó porque se lanzó en paracaídas”.
Comandante Daniel Ortega Saavedra, Copresidente de Nicaragua
28-05-2024
Acto en celebración del 45 Aniversario del Inicio de la Ofensiva Final Insurreccional
Desde la época en que patriotas nicaragüenses, se enfrentaron a las fuerzas filibusteras norteamericanas, en la batalla de la hacienda San Jacinto, o en la época del general Benjamín Zeledón enfrentando soldados norteamericanos y en los gloriosos tiempos del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSNN) de nuestro mayor Héroe Nacional, el General Augusto C. Sandino, nuestros soldados, han superado sus limitantes y desventajas, luchando con heroísmo en desigual combate. Siempre los soldados patriotas de Nicaragua, han salido victoriosos, a pesar de las adversidades, y la efeméride que celebramos hoy, 6 de octubre, no es la excepción de esa admirable realidad.
Un 5 de octubre de 1986, en la zona del Tule, a unos 30 kilómetros de la ciudad de San Carlos, departamento de Río San juan, se derribó un avión C-123K que despegó de la base aérea de Ilopango, en El Salvador, transportando pertrechos militares para el comando regional Jorge Salazar ♯ 2 de “La Contra”, que operaba en el sur de nuestro país. Este derribamiento, provocó la muerte de tres, de los cuatro tripulantes, dos norteamericanos y un nicaragüense. Eugene Hasenfus, sobrevivió la caída de la aeronave alcanzada por el misil antiaéreo soviético (conocido popularmente como Flecha), saltando en paracaid, antes de que el avión impactara en tierra.
Posteriormente, un día como hoy, un seis de octubre de 1986, hace 39 años, Eugene Hasenfus, el único sobreviviente al precipitarse el avión de carga norteamericano, alcanzado por el misil antiaéreo de las fuerzas armadas sandinistas, fue encontrado y capturado en una choza abandonada al día siguiente de ser derribada la aeronave, por las tropas del Ejército Popular Sandinista.
La carga del avión transportaba 13 mil libras de armas, 100 mil cartuchos para fusiles AK-47, 60 AK-47 plegables, 60 RPG-7 y 150 pares de botas marca “Jungla”, todos pertrechos militares que se entregarían a la agrupación mercenaria y terrorista conocida como La Contra.
Recordar esta efeméride, nos permite recordar que el mismo heroísmo y patriotismo de los soldados que lucharon en contra de invasores norteamericanos, en el pasado, estuvo vigente en ese momento de 1986, y además, nos demuestra que tan criminal e injusta fue la guerra de la década de los años 80´s, del siglo 20, contra el pueblo nicaragüense y la Revolución Popular Sandinista, impuesta por el presidente de EEUU de aquel tiempo, Ronald Reagan.
La efeméride en cuestión no solo fue muy importante para la causa sandinista por el espectacular derribo de la aeronave mercenaria, también lo fue porque producto de dicho evento, se consiguieron las pruebas irrefutables e indiscutibles, del intervencionismo e injerencismo norteamericanos, pues se encontraron documentos oficiales de la Agencia Central de Inteligencia Americana (CIA) que vinculaba al gobierno norteamericano, con la Contra.
Esa documentación encontrada, en el fuselaje del avión siniestrado, sacó a la luz pública mundial, una triangulación de venta de armas para inyectar fondos a La Contra, entre los EEUU, Israel e Irán, lo que posteriormente se llamó el escándalo “Irán-Contras” sin la autorización del congreso norteamericano, que había prohibido la utilización de cualquier tipo de gastos para derrocar al gobierno de Nicaragua (1982) y también había prohibido, las acciones de cualquier agencia norteamericana, en actividades de inteligencia para derrocar al gobierno nicaragüense (1984). Es decir, el gobierno del republicano Reagan, no solamente violentó el Derecho Internacional, también las propias leyes de su país.
Poco antes del derribo del avión y la captura del mercenario Hasenfus, el 27 de junio de 1986, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la Haya, había fallado declarando culpable a los EEUU por la guerra directa de desgaste económico impuesta a nuestro país, y sentenciándolo a pagar 17 mil millones de dólares por acciones de Terrorismo de Estado, como la producción del Manual de Operaciones Psicológicas elaborados por expertos de la CIA y también por las explosiones de tanques de petróleo y el minado de varios puertos de Nicaragua, además de varias acciones más que se detallan en el texto del fallo en cuestión.
Al igual que 1986, ni el derecho, ni la razón, ni la historia, apoyan al imperialismo, intervencionismo e injerencismo norteamericano, que tanto en aquel tiempo, como en la actualidad, tratan de derrocar y desestabilizar a nuestro gobierno sandinista, que trabaja para y por el pueblo nicaragüense. El enemigo es el mismo, el mismo que destruía puentes, tanques petroleros, escuelas, centros de salud, asesinaba civiles inocentes en la década de los 80`s, usando a la mercenaria y terrorista agrupación denominada “La Contra”. Ese mismo enemigo, actualmente, nos calumnia con noticias falsas en redes sociales y periodistas parcializados, usa la guerra arancelaria y lo económico como arma de expansión imperialista, con el apoyo y la labor de traidores y vende patrias, malos hijos de Nicaragua.
Hoy, a 39 años de la captura de Hasenfus, honramos y recordamos con orgullo a los compañeros flecheros, los cachorros de Sandino honorables militantes del Servicio Militar Patriótico, Fernando Canales que en ese momento tenía 18 años, Byron Montiel que contaba con 17 años y Raúl Acevedo de 20 años, que a pesar de las limitaciones, a pesar de las adversidades, vencieron al enemigo, defendiendo nuestra soberanía nacional y demostrando que cuando hay patriotas que aman verdaderamente a su país, ningún imperio puede vencernos.
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