El General Emiliano Zapata Salazar, jefe del Ejército Libertador del Sur, tiene mucho en común con el General Augusto C. Sandino, jefe del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua. Ambos enarbolaban los principios del derecho a la tierra por parte de los campesinos, el respeto a los pueblos originarios y a las comunidades campesinas y obreras, redistribución de la tierra. Su planteamiento era que para acabar con la pobreza tenía que haber igualdad, justicia social y atención a las necesidades básicas.
En un tiempo de extrema opresión contra el campesinado empobrecido por el sistema económico de las grandes haciendas, con pequeñas porciones de tierra para producir maíz y otros alimentos, estalló la revolución agrarista mexicana, convocada en 1910 por Francisco Madero. Al principio Zapata se mantuvo a la expectativa, participando en reuniones secretas encabezadas por Pablo Torres Burgos, que llegaría a ser el representante del movimiento revolucionario de Morelos, que se levantó en armas contra la dictadura de Porfirio Díaz, el 10 de marzo de 1911. Al morir Torres Burgos, en el mismo mes del levantamiento, Emiliano Zapata se convirtió en jefe de las fuerzas revolucionarias. El 27 de mayo Zapata entró a Cuernavaca tras la renuncia de Díaz.
El Plan de Ayala
El periodo de transición, Madero, acordó con Zapata el licenciamiento de las fuerzas revolucionarias del sur, pero el presidente interino Francisco León de la Barra, ordenó que fueran reprimidos por el ejército federal. Ante la traición, Zapata rompió con ambos, con Madera y León de la Barra. El 28 de noviembre de 1911, se promulga el Plan de Ayala, principal manifiesto del ideario zapatista, en el que desconocen el gobierno de Victoriano Huerta, y llamó a los campesinos a alzarse en armas para recuperar la propiedad que les había sido arrebatada de manera violenta o fraudulenta por caciques, hacendados y terratenientes.
La tierra es para quien la trabaja
Bajo la influencia agrarista de Zapata, en 1915 las tres fuerzas revolucionarias, el constitucionalismo, el villismo y el zapatismo, promulgaron leyes agrarias para el repartimiento de tierras. Anteriormente jefes militares zapatistas habían hecho repartos de tierras en 1912. Fueron entregadas más de 100 millones de hectáreas de tierras (aproximadamente 60 % de la propiedad rural del país) a los campesinos y comunidades. Se establecieron 30,000 ejidos y se benefició a casi tres millones de familias.
Otro logro de la Revolución Mexicana fue la promulgación de una nueva constitución en 1917, la que transformó el campo mexicano, nacionalizó el suelo y subsuelo, reformó la ley de educación pública y la repartición de latifundios entre el campesinado.
Traición y muerte
El día 10 de abril de 1919, tras una intensa vida de lucha, el General Emiliano Zapata Salazar, fue victima de la traición. Confío en la honorabilidad de un oficial federal de nombre Jesús Guajardo, que logró engañarlo y llevarlo a una emboscada en una hacienda de Chinameca, donde fue asesinado por soldados de Carranza. A pesar de las campañas de exterminio a la que fue sometido, el movimiento zapatista sobrevivió a la muerte de Zapata. Se mantuvo en pie de lucha y siguió vivo en las comunidades indígenas y campesinas del sureste mexicano, que defienden sus tierras, cultura e identidad.
Zapata y Sandino, antorchas encendidas
Zapata y Sandino, dos héroes nacidos en la humildad que llegaron a ser líderes de movimientos libertarios en México y Nicaragua. Sandino, en su tiempo de residencia en México, estudió la revolución mexicana y sus principios agraristas, sus tácticas de guerra, la represión, la traición y la muerte. Con plena certeza de una vida consagrada a sus pueblos y a la lucha contra la opresión, cayeron por la traición, dejando tras de sí una estela de luz que sigue iluminando las luchas de todos los pueblos de Nuestra América.
