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Una bebida, tres generaciones y mucho amor

Escrito por : Iris Varela 29 de abril de 2025

Desde la Ciudad Creativa de San Juan de Oriente, Meyling Cano, de 31 años, mantiene viva una tradición que ha pasado de generación en generación: la elaboración de la famosa chicha bruja. Su emprendimiento, llamado Chicha Bruja Doña Loña, honra a su tatarabuela y, en especial, a su abuela Zeledonia Potosme, quien falleció en 2020 y fue una de las grandes guardianas de esta receta ancestral.

En San Juan de Oriente, esta bebida fermentada de maíz es símbolo de identidad, alegría y fiesta, especialmente durante las celebraciones patronales, donde su abuela la regalaba con orgullo al pueblo.

Cuenta Meyling que esta bebida tradicional tiene tanta fuerza que con dos vasitos, según los que la prueban, ya se empiezan a contar secretos. Todo el proceso se realiza con productos locales: el maíz, el dulce, el azúcar, incluso el molino es del mismo municipio, lo que refuerza el vínculo con la comunidad. “Cuando vendemos nuestro producto, lo primero que hacemos es agradecer a Dios, y lo segundo, a nuestra abuela, por darnos la oportunidad de recordarla a través de esta bebida”, expresó con profunda emoción.

El camino no ha sido fácil, pero junto a su mamá y su hermana, Meyling ha trabajado duro para mantener viva esta tradición. Las tres mujeres conforman un emprendimiento familiar que ha recibido el respaldo de programas institucionales. En marzo, participaron en el concurso Mujeres Emprendedoras, donde pudieron compartir experiencias con otras mujeres valientes y creativas. Para Meyling, este esfuerzo representa algo más grande: “Sin la participación de la mujer no hay revolución”, afirma, con el orgullo de ser parte de un legado que celebra la memoria, la cultura y el trabajo colectivo.

“Me siento orgullosa de ser de esta tierra de artesanos y artistas. San Juan de Oriente es cultura, arte, tradición y gastronomía”, expresa con entusiasmo. A los jóvenes, les deja un mensaje claro y esperanzador: “Emprendan sin miedo. Todo inicio es duro, pero al final hay recompensa. Hay una satisfacción que llena el alma”. Así, entre dulces aromas de maíz fermentado y recuerdos vivos de su abuelita, Meyling continúa sembrando historia, amor y sabor en cada botella de chicha bruja.

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