Hace 43 años, el 13 de agosto de 1982, un accidente aéreo en Granada cobró la vida del Comandante Marcos Somarriba y de varios jóvenes del Batallón de Infantería de Reserva 80-19.
Nacido en el Barrio San Felipe de León el 23 de abril de 1953, su vida, aunque breve, estuvo marcada por un compromiso inquebrantable con la causa sandinista. Desde sus años de estudiante, Somarriba se forjó como un líder nato, pasando de las aulas a la clandestinidad y, finalmente, a la vanguardia de la lucha armada.
Los Primeros Pasos de un Revolucionario
La educación de Marcos Somarriba en el Instituto Nacional de Occidente (INO) lo formó en los principios que luego marcarían su vida. Ya en 1971, junto a Francisco Meza y Carlos Núñez, cofundó el Movimiento Estudiantil de Secundaria (MES), una organización ligada directamente al FSLN. Este fue su primer acto de desafío y el inicio de su viaje revolucionario.
En 1972, Somarriba se unió oficialmente al Frente Sandinista, bajo la tutela del Comandante Carlos Roberto Huembes. Como miembro del Comité Ejecutivo del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), trabajó arduamente hasta 1975, cuando la necesidad de pasar a la clandestinidad lo obligó a abandonar su rol público.
De la Clandestinidad a la Lucha Armada
Desde las sombras, Somarriba continuó su labor organizativa. En 1976, asumió el liderazgo de los movimientos juveniles en Managua, gestionando el FER y el Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR). Su influencia se expandió rápidamente, llegando a dirigir la Juventud Revolucionaria Nicaragüense (JRN) y las Brigadas Populares Revolucionarias (BPR).
En 1977, la Guardia Nacional lo detuvo y lo encarceló por diez días, acusándolo de ser militante sandinista, lo cual en esa época era considerado un delito grave. Sin embargo, la prisión no hizo más que reforzar su convicción. Para 1978, Somarriba tomó las armas, formando una escuadra guerrillera para sumarse a la lucha frontal contra la dictadura somocista.
Liderazgo en la Insurrección y la Victoria
La Insurrección de septiembre de 1978 encontró a Marcos Somarriba en el corazón de la acción, formando parte del Estado Mayor del Frente Interno “Camilo Ortega” en Managua. Su trabajo político y organizativo movilizó a la juventud de los barrios orientales, quienes salieron a las calles para enfrentar a la Guardia Somocista y luchar por la liberación de la patria.
Su liderazgo culminó con un rol crucial en la estrategia de evacuación del Repliegue Táctico a Masaya el 27 de junio de 1979. Tras el triunfo de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979, su compromiso con el nuevo país lo llevó a ocupar responsabilidades clave: la conformación de las Milicias Populares Sandinistas (MPS), la creación de la Policía Sandinista y la jefatura de la Dirección Política del Ministerio del Interior (MINT).
A sus escasos 29 años, el Comandante Marcos Somarriba ya era uno de los guerrilleros más emblemáticos, humildes y valientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Su vida, marcada por la defensa del pueblo y la lucha contra la agresión imperialista, culminó trágicamente en el cumplimiento de su deber. Décadas más tarde, su legado perdura: en 2011, la Policía Nacional develó un busto en su honor y nombró el Distrito VI con su nombre, un justo reconocimiento que perpetúa su memoria como ejemplo de lucha y coraje para las nuevas generaciones.
