Por Carlos Berrios Munguía
“…Aquí está el pueblo y aquí están nuestros héroes, aquí están todos los que han dado, mujeres y hombres, la vida por la patria, aquí están sus familiares, aquí estamos sintiendo el orgullo de ser todos San Jacinto y de ser todos nicaragüenses por gracia de Dios”.
Cra Rosario Murillo Zambrana
Copresidenta de la República
La llegada, en 1956, de más de sesenta indios flecheros procedentes de la aldeas de las cañadas de Yucul, Mata Palo, San Pablo, El Chile y Jocuapa de Matagalpa, a la Hacienda San Jacinto, constituye un episodio memorable y que ha sido rescatado por las diferentes políticas educacionales, culturales, arqueológicas y de identidad, del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional (GRUN), dándole el reconocimiento merecido a nuestros antepasados en la memoria histórica del pueblo nicaragüense, que desciende desde la evocación inicial de supremacía constitucional, que en su párrafo 5 consigna: “…a los indios flecheros de Matagalpa, digna representación de lucha de los pueblos originarios en la batalla de San Jacinto” y la ley número 185, “ley que declara a los indios flecheros de Matagalpa, héroes de la batalla de San Jacinto”, aprobada y publicada en el año 2012.
Encabezados por el Capitán Francisco Sacasa, estos guerreros armados con arcos y flechas, se incorporaron como refuerzo a los más de cien efectivos del llamado Ejército del Septentrión, unidad que luego participó en la denominada Batalla de San Jacinto. Más allá de lo estrictamente militar, este acontecimiento refleja la valentía, el amor y la convicción de un pueblo que ni se vende ni se rinde, ante cualquier ataque extranjero e intento de invasión.
Matagalpa, tierra de héroes, heroínas y mártires, bendita por su variada geografía montañosa y rica tradición indígena, había mantenido a lo largo del siglo XX comunidades que preservaban costumbres ancestrales, como el uso del arco y la flecha como instrumento de caza y, en ocasiones, de conflicto armado. De ahí, su denominación como flecheros, no solo por ser guerreros por definición: su papel estaba entrelazado con el cuido comunitario y por ende, el conocimiento de su territorio ancestral y la reafirmación de prácticas culturales frente a procesos coloniales del imperialismo europeo y anglosajón de la época y, que siguen vigentes en el mundo de hoy.
El Capitán Francisco es una figura relevante porque a través del ejercicio de su liderazgo auténtico, fue un puente entre la tradición de las y los flecheros y, las estructuras militares emergentes. Su liderazgo permitió organizar y movilizar a más de sesenta personas en dirección a la Hacienda San Jacinto, punto estratégico y simbólico donde convergieron fuerzas que luego formarían parte del Ejército del Septentrión; derrotando a los filibusteros al mando de William Walker el 14 de septiembre del año citado.
En lo pleno de la batalla en la Hacienda San Jacinto, codiciada por su nivel estratégico geopolítico, la llegada de los flecheros fue un testimonio de fuerza, cohesión y solidaridad por la defensa de la soberanía, independencia, autodeterminación, la seguridad y la paz. La participación indígena, a través de su armamento tradicional, ofreció al Ejército del Septentrión ventajas tácticas concretas: como el conocimiento del terreno montañoso y de los caminos secundarios, habilidades de reconocimiento nocturno y de aproximación silenciosa, así como una moral simbólica; reforzando la causa con una mezcla de espiritualidad, consciencia, deber comunitario y altivez indígena.
Aunque los relatos varían en detalles (como ocurre con muchos episodios transmitidos por memoria oral), existe consenso en que la contribución de los flecheros fue decisiva en varios momentos críticos de la batalla. Su habilidad para moverse sin ser detectados, el aprovechamiento de pequeñas elevaciones y pasos estrechos del terreno, permitió ejecutar emboscadas que desequilibraron al yanqui invasor. Además, su presencia tuvo un efecto moral significativo: elevó la cohesión interna del Ejército del Septentrión y envió un mensaje de unidad.
Con lo anterior, es importante subrayar que la participación de indígenas en defensa de la patria, no solo se expresa en una lucha armada en defensa de sus territorios, sino también, como un forma de expresión hacia las demandas de autonomía, protección del territorio y reconocimientos de sus derechos. De manera que su protagonismo no puede leerse únicamente como un logro militar; representa también una voz colectiva por el reconocimiento a su autonomía y emancipación; hoy, demandas satisfechas y reivindicadas, a partir del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979 y su consolidación en esta nueva etapa revolucionaria a partir de 2007.
La victoria heroica de la Batalla de San Jacinto dejó elementos inmediatos, tales como: la reconfiguración de rutas, cambio en la ocupación de territorios y una renovada reputación para quienes habían participado. Para las y los flecheros y, sus comunidades, la participación significó reconocimiento, pero también transformaciones sociales. Algunos retornaron a Matagalpa con historias que fortalecerían la dignidad; otros regresaron con heridas de recuerdo para toda la vida que respiraban esperanza; otros ofrendaron su vida como tierra fértil que nutriría las generaciones venideras; pero todas y todos, suscribieron las bases del Estado revolucionario, libre, soberano e independiente que hoy gozamos.
En consecuencia, recuperar, difundir y preservar estos relatos es imprescindible para comprender la complejidad de la memoria colectiva y el papel que las sociedades indígenas han tenido en los procesos históricos de emancipación y de defensa a la soberanía de nuestro país. Hechos como este, son evidencia clara y profunda que, no se puede tener una construcción histórica sin el reconocimiento del protagonismo indígena; identidad nacional de unidad y dignidad del pueblo nicaragüense ante los intentos de dominio extranjero. No se trata sólo de números y maniobras: es la historia de comunidades que intervinieron activamente en un conflicto, aportando conocimientos ancestrales y reafirmando su protagonismo histórico en la vida política, militar, cultural, social y educacional.
Como afirmó nuestro Comandante Daniel Ortega Saavedra:
“…y ahí que se da la batalla gloriosa, donde trabajadores, campesinos, los indios flecheros de Matagalpa, unidos en un solo pueblo, en una sola patria, [lucharon para defender] lo que ya se había logrado alcanzar en toda Nuestra América y sobre todo en la región centroamericana: la Independencia de España”.
Referencias:
