En ocasión de la celebración del bicentenario de Centroamérica, el doctor Aldo Díaz-Lacayo publicó un pequeño importante libro con el sugestivo titulo de “Sincerar la historia”. Obra en la que analiza de manera retrospectiva la historia de la región, entendiendo el proceso de independencia como una identidad jurídica propia, como Estado Nación. Sincerar la historia, en el pensamiento de Díaz-Lacayo, es cuestionar la historia oficial que se ha venido reproduciendo desde hace dos siglos, de manera esquemática y lineal, sin tomar en cuenta el contexto en el que se dieron los acontecimientos. La historia de Centroamérica, ha sido narrada desde los poderes fácticos, sin tomar en cuenta las perspectivas de los sectores sociales subordinados como los campesinos, indígenas, afrodescendientes. Pero también ha habido esfuerzos para una relectura, como la del insigne historiador guatemalteco que dedicó veinte años de su vida a escribir su ensayo histórico crítico “La Patria del Criollo”, de lectura obligatoria para entender la realidad centroamericana.
Fueron precisamente los criollos, hijos de españoles peninsulares nacidos en América, los que urdieron la trama del Plan Pacífico para que la independencia del Reino de Guatemala (Centroamérica) se hiciera de la manera más rápida y eficaz, evitando posibles alzamientos populares e indígenas, como los liderados por el sacerdote indígena chorotega Tomás Ruíz, de Nicaragua, uno de los conspiradores de Belén, y los levantamientos en las tierras altas de Guatemala encabezadas por Atanasio Tzul y Lucas Aguilar, en 1820, entre otros.
El Plan Pacífico, fue descubierto de manera inesperada cuando en los archivos de la familia Aycinena, el historiador Enrique Fernández del Cid, encontró documentos que se referían al mismo y que fueron publicados el 14 de septiembre de 1963. Este Plan fue redactado en agosto de 1821 y promovido por los Aycinena, familia poderosa que tenía el monopolio del añil y dueña de fincas y mansiones. Junto a los hermanos Mariano y Juan José de Aycinena, Pedro Molina y su esposa Dolores Bedoya de Molina, Mariano de Beltranena y José Francisco Barrundia. Lograron convencer al arzobispo Ramón Casaus y Torres, y al recién llegado, en enero de 1821, Capitán General Gabino Gainza. En estos meses fueron múltiples las tertulias y reuniones políticas en las casas señoriales de Guatemala de la Asunción, capital del Reino. Gainza, defensor de la monarquía, en un primer momento critico del Plan de Iguala suscrito en México por Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide, que consistía en la emancipación de México para crear un sistema oligárquico, que a la postre se convirtió en el llamado Imperio de Iturbide, que no duró mucho tiempo.
Tal como se había concertado se convocó a personalidad políticas, económicas, académicas, religiosas, para la suscripción del Acta de Independencia de Centroamérica redactada por el sabio hondureño José Cecilio del Valle. Se leyó y suscribió el acta en uno de los salones del Palacio Real. Ya estaban listas las marimbas, cohetillos, arengas al pueblo y obsequio de monedas, para celebrar la independencia. Dolores Bedoya de Molina, fue la principal propagandista. Luego del acto se reunieron en una de las casas señoriales para hacer el brindis. Hubo Te Deum en la Catedral de Guatemala y en el resto de provincias, como en Nicaragua que se celebró el 11 de octubre de 1821 en León.
No pasó mucho tiempo para que Centroamérica fuera anexada a México bajo el imperio de Agustín de Iturbide, una anexión forzada bajo la amenaza de ejército Trigarante, lo que se concretó el 5 de enero de 1822. El primer imperio mexicano cae el 19 de marzo de 1823, y el 1 de julio de 1823 se da la segunda declaración de independencia y se crea la República Federal de Centroamérica, la que duró hasta 1939.
El Acta de Independencia de 1823 proclamó la independencia absoluta de las Provincias Unidas de Centroamérica tanto del Imperio Español como de México. Según el doctor Aldo Díaz-Lacayo, el 1 de Julio de 1823, es el inicio de la lucha por la independencia en Centroamérica. En Nicaragua la soberanía social y económica, son fruto de dos eventos históricos: la lucha del General Augusto C. Sandino y la Revolución Popular Sandinista. Desde el 19 de julio de 1979 se construye nuestra tercera y verdadera independencia, la que el pueblo nicaragüense está empeñado en defender y conservar.
