La mañana del 28 de septiembre de 1979 quedó grabada en la memoria de nuestra nación y el mundo. Tan solo cinco meses después del glorioso Triunfo de la Revolución Popular Sandinista, el Comandante de la Revolución, Daniel Ortega Saavedra, subió a la tribuna de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y pronunció un histórico discurso.
No fue solo una intervención protocolaria; fue la presentación oficial del pueblo heroico de Nicaragua ante la comunidad internacional, después de décadas de opresión bajo la genocida dictadura somocista, títere del imperialismo. Aquel discurso fue la voz de miles de Héroes y Mártires, el eco de las montañas y los barrios que forjaron la victoria.
La trascendencia de este discurso es incalculable. En esencia, el Comandante Daniel Ortega Saavedra utilizó el máximo foro mundial para llevar a cabo tres acciones fundamentales que consolidaron la Revolución:
- Denuncia y Condena: Se expuso ante el mundo, con datos y hechos irrefutables, el régimen de terror, robo y violación a los derechos humanos que la dictadura de Somoza había perpetrado por órdenes de sus amos imperiales, dejando al país en una ruina material y moral. Se exigió, además, el reconocimiento del derecho de Nicaragua a la reparación histórica.
- Llamado a la Solidaridad: La Revolución había heredado una deuda externa impagable y un país devastado. El Comandante Daniel hizo un llamado honesto y urgente a la solidaridad internacional para la reconstrucción, pero con una condición ineludible: esta ayuda debía ser sin condicionamientos ni injerencia en los asuntos internos de la nación.
Dignidad y No Alineamiento
El mensaje central del Comandante Daniel a los pueblos del mundo fue una declaración de principios que sigue vigente hoy, más fuerte que nunca: la Dignidad Nacional y el Derecho a la Autodeterminación.
El líder sandinista dejó claro que la nueva Nicaragua revolucionaria no sería el patio trasero de ninguna potencia.
- Soberanía Antiimperialista: El discurso fue una reafirmación categórica del carácter antiimperialista de la Revolución Sandinista. Nicaragua había conquistado su derecho a construir su propio destino, sin tutelajes ni intervenciones.
- Paz con Justicia Social: Se sentaron las bases de una política exterior que busca la paz, pero entiende que la paz es imposible sin la Justicia Social. La paz para Nicaragua significaba erradicar la pobreza, el analfabetismo y la enfermedad, legados de la tiranía.
Aquel 28 de septiembre, el Comandante Daniel Ortega Saavedra no solo habló a los delegados de la ONU; le habló a la conciencia de la humanidad, recordándoles que la lucha de un pueblo pequeño por su libertad es la lucha por la libertad de todos. Su discurso fue y sigue siendo la hoja de ruta que guía la defensa inclaudicable de nuestra Soberanía, Paz y Victorias frente a cualquier agresión externa.
