“El 28 de octubre a las 6 pm, salió del aeropuerto de Camagüey, el avión bimotor de las FAR, marca CESSNA 310 No.53 de 5 plazas rumbo a La Habana conduciendo al Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Comandante Camilo Cienfuegos, quien iba acompañado por el piloto de dicho avión, Primer Teniente Luciano Fariñas Rodríguez y el soldado rebelde Félix Rodríguez, los que, desgraciadamente no han llegado a su destino. La búsqueda efectuada hasta ahora ha sido infructuosa, la que se reanudará hoy en toda el área comprendida entre La Habana y Camagüey. La existencia de turbonadas a esa hora entre Ciego de Avila y Matanzas pueden haber ocasionado algún accidente”.
Sección de Prensa y Radio del Estado Mayor del Ejército Rebelde
Después de 15 días de intensa búsqueda en la que participaron los Comandante Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, el 12 de noviembre de 1959 Fidel compareció ante la Prensa para declarar:
«Hoy el recuerdo de todos sus hechos, de todas sus proezas nos llena casi de asombro por todo lo que hizo. Sin embargo ese hombre es un hombre de pueblo, que salió del pueblo: no era ningún privilegiado; no tuvo aquellos honores y aquella gloria porque alguien se los diera, sino porque se los ganó. Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos, y CAMILO SEGUIRÁ VIVIENDO EN HOMBRES COMO ÉL… nunca, ante los momentos aquellos difíciles perdió la fe; cómo supo hacer grandes proezas, porque atravesar la Isla, por ejemplo con 80 hombres, con 82 hombres, fue una proeza extraordinaria; no llegó a Pinar del Río, sencillamente, porque se estaba acabando la guerra y recibió allí la orden de realizar determinadas operaciones… PERO CON MUY POCA COSA HIZO PROEZAS EXTRAORDINARIAS, Y EL CONSUELO DEL PUEBLO ES QUE CAMILO SURGIÓ DEL PUEBLO Y QUE EN EL PUEBLO HAY MUCHOS CAMILOS».
El 14 de noviembre el Consejo de Ministros decretó 15 días de duelo por la desaparición ya definitiva de Camilo Cienfuegos. El Gobierno Revolucionario recogió el sentir de los seis millones de cubanos de ese momento, que llevaban en el corazón el luto por uno de los hombres más queridos de la Patria Grande.
¿Quién era ese hombre que todo un pueblo buscó afanosamente?
Camilo Cienfuegos nació en La Habana el 6 de febrero de 1932, en el seno de una familia humilde de emigrantes españoles. Su niñez en la barriada de Lawton lo vinculó de manera natural a la clase trabajadora. Desde temprano mostró “un anhelo irreprimible de ser primero en todo”, una voluntad que más tarde se transformaría en conciencia revolucionaria.
Su familia vivió en carne propia las limitaciones del pueblo cubano bajo la república neocolonial. Las experiencias laborales tempranas de Camilo —como dependiente, aprendiz y mensajero— lo enfrentaron con las condiciones de explotación de la juventud obrera urbana. En este contexto, su sensibilidad social comenzó a madurar: participó en actos de protesta por el asesinato del dirigente obrero Jesús Menéndez y en homenajes al líder ortodoxo Eduardo Chibás.
La formación ética de Camilo, lejos de provenir de la academia, fue fruto de la vida popular, del ejemplo familiar y de la lucha cotidiana.
Golpe de Estado de 1952
El golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, encabezado por Fulgencio Batista, constituyó un punto de inflexión en la vida de Camilo. El texto señala que “se cometieron crímenes y persecuciones contra los que se oponían a los golpistas y la crisis económica […] era sensible”. En este escenario, la juventud cubana fue empujada a la disyuntiva entre la resignación o la rebelión.
Camilo, junto a su hermano Osmany, se inclinó por la segunda opción. Su participación en manifestaciones contra la dictadura y su posterior exilio en Estados Unidos revelan el proceso de radicalización del pensamiento popular ante la represión y la injusticia social. En el extranjero, conoció de cerca la explotación del inmigrante latinoamericano y la hipocresía del “sueño americano”. Aquella experiencia lo convenció de que la liberación de Cuba no podía depender de los centros imperialistas, sino del pueblo organizado y armado.
Su identificación con el asalto al Moncada, en 1953, fue la confirmación de esa conciencia. La muerte de su compañero Reemberto Abad Alemán en aquel intento lo marcó profundamente. Desde entonces, Camilo se reconoció en la causa del 26 de Julio, comprendiendo que la lucha armada era la vía necesaria para romper con la dependencia neocolonial.
El encuentro con la Revolución: del exilio a la Sierra Maestra
Camilo fue deportado de Estados Unidos en 1955 y, tras un breve retorno a Cuba, se vio nuevamente obligado al exilio. En México se unió al grupo de revolucionarios liderados por Fidel Castro, integrándose al núcleo fundador del Movimiento 26 de Julio.
Su decisión de unirse al Granma el 25 de noviembre de 1956 fue el paso definitivo hacia la acción revolucionaria. este momento simboliza la transición del militante solidario al combatiente revolucionario, el salto de la conciencia a la praxis.
En la Sierra Maestra, Camilo se destacó no solo por su valor militar, sino por su autoridad moral. Fidel Castro y Raúl Castro coincidieron en reconocer su ascenso “a golpes de esfuerzo cotidiano […] en un insuperable jefe guerrillero, maestro en el arte de mandar sus tropas y de cultivar en los hombres las mejores cualidades”.
Su liderazgo no se basaba en el rango, sino en la confianza colectiva. Era el reflejo del ideal revolucionario de la izquierda: el jefe que emerge del pueblo y permanece entre los suyos, sin privilegios ni distancia.
Camilo encarnó el modelo del hombre nuevo que más tarde sería formulado por el Che Guevara. Su humor, su sencillez y su cercanía con los combatientes expresaban una moral socialista espontánea. No buscaba honores, sino servir a la causa.
Durante el combate de Pino del Agua, cuando fue herido, demostró su carácter solidario al exigir que se atendiera primero a otro lesionado: “O lo cargan ustedes o lo cargo yo”. Este gesto sintetiza el principio ético de la Revolución: la vida del compañero como prioridad sobre la propia, la negación del individualismo burgués y la afirmación del espíritu colectivo.
La creación del Cuarto Frente, bajo su mando, confirmó su madurez política y su confianza en la victoria. En carta a Fidel, escribió: “Gracias por darme la oportunidad de ser más útil a nuestra sufrida patria. Más fácil me será dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza”.
La victoria del Pueblo Armado
La figura de Camilo fue agigantándose hasta convertirse en un ser legendario por los resultados de su labor durante la lucha guerrillera. A su paso por cada territorio liberado dejaba el sello de la revolución.
En Yaguajay lo sorprendió el triunfo de la Revolución y le fueron asignadas nuevas tareas: asumió marchar hacia La Habana. Al pasar por Santa Clara se entrevistó con el Che, quien también había recibido la orden de partir hacia La Habana y tomar la fortaleza de La Cabaña. Camilo fue tomando pueblos y cuarteles que se rendían ante la llegada del Ejército Rebelde. El recorrido se hizo lento por los recibimientos espontáneos y masivos en cada pueblito
Camilo esperó la Caravana de la Libertad en el Cotorro. Encabezada por el Comandante en Jefe hizo entrada en La Habana el día 8. Juntos llegaron a Columbia. Ante la impresionante multitud sintieron el incondicional apoyo a la Revolución. Camilo exclamó: “A este pueblo ahora sí no se le puede engañar”. En la otrora fortaleza, Fidel habló a su pueblo y en un momento emotivo del discurso, mirando al héroe legendario, le preguntó: “¿Voy bien, Camilo?”. Esta interrogación propició que el pueblo reconociera en Camilo a uno de los compañeros de más confianza del líder cubano.
Durante el Primer año de la Revolución Cubana
Tras el triunfo de enero de 1959, Camilo asumió tareas decisivas: la reorganización del Ejército Rebelde y la depuración de los cuerpos represivos. Fue designado jefe del Estado Mayor y participó en los Tribunales Revolucionarios que juzgaron a los criminales de la tiranía.
En este período, su acción política buscó construir un nuevo tipo de poder armado: culto, disciplinado y leal al pueblo. Impulsó programas de educación, deporte y cultura en las Fuerzas Armadas, convencido de que la revolución debía formar hombres nuevos.
Su discurso del 26 de octubre de 1959, en defensa del proceso revolucionario frente a la traición de Hubert Matos, fue su última declaración pública. En él reafirmó el principio de unidad del pueblo y el Ejército bajo la dirección de Fidel, condenando la agresión imperialista y las maniobras contrarrevolucionarias. En ese acto, Camilo se definió políticamente como militante de la Revolución socialista en gestación, fiel a la línea antiimperialista y de clase.
En este 66 aniversario de paso a la inmortalidad, Camilo no murió: se multiplicó. Su nombre, como escribió Fidel, seguirá “viviendo en hombres como él”, en cada pueblo que decide tomar su destino en sus manos. En él se encarna la certeza de que la Revolución Cubana fue, y sigue siendo, obra de los humildes para los humildes.
Bibliografía
Editorial Capitán San Luis (2009) ¿Voy Bien, Camilo?,. La Habana, Cuba. Recuperado de: http://streaming.fidelcastro.cu/Libros/Voy_bien_Camilo.pdf?_ga=2.85353757.582034971.1540227229-375737417.1536241650
Ortega E. (2014) Camilo Eternamente presente. Oficinas de publicaciones del Consejo de Estado.
