Por: César Mairena
Y ese es el Camino, esa es la Ruta, como decía el Cantor: “Caminante, no hay Camino, se hace Camino al Andar”, y Carlos abrió un enorme Camino para el Pueblo nicaragüense. Y aquí estamos, Carlos, abriendo Nuevos Caminos en Beneficio del Pueblo nicaragüense, Haciendo Camino al Andar, Tod@s Junt@s, tod@s con una misma Fuerza, tod@s con la misma Moral, con la misma Firmeza, con todo el Espíritu de Lealtad para Carlos, y para el Frente Sandinista de Liberación Nacional”.
Comandante Daniel Ortega Saavedra Copresidente de Nicaragua. 8 de noviembre de 2024
“El Frente Sandinista, que fundó Carlos, (continúa) cumpliéndole al pueblo, sirviéndole al pueblo con humildad, con alegría y con orgullo, como le servimos a Dios”.
Compañera Rosario Murillo Zambrana. Copresidenta de Nicaragua. 8 de noviembre de 2013
Fácilmente podemos identificar a Carlos Alberto Fonseca Amador, en las gloriosas páginas de la historia de este país, como un hombre valiente, digno, honorable, estudioso, generoso, pero sobre todo congruente, por eso le honramos con el título de: “Padre de la Revolución Popular Sandinista”. Ese es el peso indiscutible, impresionante y permanente, de un hombre que supo ser ejemplo, que supo ser líder, que supo ser compañero, que supo ser un sandinista a pesar de las limitaciones, a pesar de las adversidades, a pesar de todo.
Porque un revolucionario y un sandinista, no pueden ser personas sin corazón, sin alma, sin ternura, sin entrega, sin amor por nuestro pueblo, aunque tenga los conocimientos teóricos e intelectuales. A pesar de ser un ejemplar estudiante de primaria, secundaria y universitario, nuestro Carlos, no era un intelectual lejano a la pobreza, a la explotación, a la exclusión, que vivía nuestro amado pueblo, en las garras de la dictadura más sanguinaria, explotadora, desigual y cruel que esclavizó a nuestra patria, los Somoza. Conoció la pobreza personalmente desde su infancia, en su originaria Matagalpa.
Esa calidad de revolucionario, de sandinista, de humanista, de nuestro Carlos, se resume en una frase dicha por él mismo: “Y también enséñenles a leer”, porque no era egoísta, porque quería que el conocimiento que él tenía, también lo tuvieran las personas analfabetas, que abundaban en la época del somocismo, porque sabía que el conocimiento y la educación, eran y siguen siendo, los mayores instrumentos para que un pueblo sea libre, independiente y soberano.
Carlos, nuestro Carlos, puso su vida, su conocimiento, sus estudios, su esfuerzo al servicio de ese pueblo que tanto amó, le mostró a nuestra gente el camino a seguir, con dignidad, valentía y autoridad moral, porque sabía que la causa sandinista a pesar del poder de la dictadura somocista, vencería, porque la apoyaba la razón, el conocimiento, el derecho y la historia.
Y es que Carlos, ese Carlos que hoy celebramos -porque los sandinistas no celebramos la muerte, celebramos la vida- a 49 años de su paso a la inmortalidad. Porque fue un patriota congruentemente enamorado de Nicaragua, que admiró a la revolución bolchevique de 1917 y a la revolución cubana, y sabía que la verdadera lucha de clases era la que liberaría a Nicaragua de una dictadura clasista, capitalista y excluyente, como sucedió en esas revoluciones, por eso dijo: “Somos conscientes de que el socialismo es la única perspectiva que tienen los pueblos para lograr un cambio profundo en sus condiciones de vida”.
Pero la profundidad de su pensamiento político, lo hizo estudiar nuestra sociedad, nuestra identidad, nuestra cultura y sobre todo nuestra historia, para crear un movimiento revolucionario nicaragüense, que luchara para y por los nicaragüenses, prueba de eso dijo: “En esta hora, las masas populares de Nicaragua cuentan con su propio instrumento político y guerrillero: el Frente Sandinista”.
Fue Carlos como estudioso de nuestra historia, el que le dio la identidad sandinista a nuestra revolución, al rescatar la figura histórica de nuestro más grande héroe nacional y patriota, el General de Hombres Libres, Augusto C. Sandino.
Carlos nos dio fuerza, nos dio identidad, nos dio orgullo nacional, al mostrarnos el ejemplo de Sandino, así fue como nos mostró el camino de una dignidad nacionalista a toda prueba y nos mostró el comportamiento que debe tener un verdadero revolucionario también guiado por la generosidad internacionalista, diciéndonos: “Un revolucionario sabe que este donde este, siempre que luche por la humanidad, estará cumpliendo con su deber”.
Nos comprometió a una causa, a una ideología que no solo buscaba derrocar a un dictador, su causa era más profunda, quería cambiar a la sociedad nicaragüense desde sus cimientos, para garantizar un verdadero cambio, una verdadera revolución, una verdadera independencia de fuerzas injerencistas extranjeras, por eso nos dijo: “No solamente estamos contra los cuarenta años de tiranía libero conservadora somocista…estamos contra cuatro siglos y medio de agresiones extranjeras”.
Carlos no solamente fue el fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, fue su ideólogo, su historiador y el autor del Programa Histórico del FSLN de 1969.
Carlos, nos comprometió como sandinistas, a luchar por un verdadero cambio en la sociedad nicaragüense, nos comprometió a luchar y trabajar porque nuestra revolución, no traicionara a nuestro pueblo, como muchos políticos electoreros, traidores y vendidos, hicieron en el pasado de nuestra patria. En tal sentido, el Padre de la Revolución Popular Sandinista, dijo: “El Frente Sandinista, a la cabeza de las masas populares de Nicaragua, se sacrifica no para alcanzar una mezquina migaja para el pueblo, sino para lograr una radical transformación social y nacional”.
Y es que los imperialistas, los colonialistas, los capitalistas, los somocistas, en aquel 8 de noviembre de 1976, estaban felices por su muerte, porque no tenían idea de lo que era y sigue siendo el ejemplo de Carlos Alberto Fonseca Amador, para los sandinistas, para los patriotas, para los revolucionarios, o para aquel ciudadano que simplemente ama Nicaragua. Creyeron que al acabar con la vida terrenal de nuestro ideólogo, nuestro historiador, nuestro guardián del conocimiento, nuestro hermano de lucha, acabarían con su ideología, con su ejemplo, con su mística y su congruencia.
Tomás Borge Martínez, amigo de larga data y compañero de lucha de Carlos, nuestro Carlos, matagalpino también, le dio la mejor contestación que un sandinista y un revolucionario le podía dar en un terrible momento de dolor, a un esbirro somocista que le notificó del asesinato de nuestro dirigente: “Carlos, es de los muertos que nunca mueren”.
Y es que hoy, a 49 años de su partida, le estamos cumpliendo a Carlos, en cada escuela, en cada hospital, en cada obra de infraestructura al servicio del pueblo, en cada derecho restituido para todos y cada uno de los nicaragüenses, producto de la Revolución que él soñó y que nos hizo soñar.
Hoy, a 49 años de su paso a la inmortalidad, con orgullo, con ternura, con alegría, con consciencia, le podemos decir al Comandante Carlos Fonseca Amador: “Carlos, el amanecer dejó de ser una tentación”.
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