Con el sonido de pitos, matracas y cánticos marianos, Nicaragua dio inicio este 28 de noviembre a la Novena de la Purísima Concepción de María, una de las expresiones culturales y religiosas más arraigadas en el país. El folclorista e historiador Wilmor López destacó que esta festividad “no solo es una devoción, es parte esencial del ser nicaragüense”.
Una tradición con más de cuatro siglos de historia
Según López, la devoción mariana en Nicaragua tiene raíces muy antiguas. “Los primeros registros de imágenes de la Concepción de María aparecen en el siglo XVI”, detalló, señalando que fue a partir del siglo XVII que la celebración comenzó a asentarse en comunidades del Pacífico y el Centro del país.
El historiador explicó que la tradición tomó forma definitiva en 1857, cuando Monseñor Gordiano Carranza instauró el emblemático grito que hoy es símbolo de identidad nacional:
“¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!”
“Ese grito marcó un antes y un después. Lo hizo propio el pueblo, y desde entonces se transmite de generación en generación”, afirmó.
Cantos que construyen identidad
López enfatizó que la música ha sido un componente fundamental para mantener viva esta celebración. Señaló que muchos cantos actuales fueron creados por Alejandro Vega Matus, músico mayor del siglo XIX, con letras de Cándida Rosa Matus, fortaleciendo la tradición desde la composición académica y popular.
“En 1957 se realizaron las primeras grabaciones profesionales de estos cantos, y desde entonces no han dejado de escucharse en cada altar”, recordó. “Es música que uno aprende desde niño; forma parte de la memoria sonora del país”.
Un movimiento cultural que impulsa economía familiar
El folclorista subrayó que la Purísima no solo es una manifestación religiosa, sino también un dinamizador económico para miles de familias.
“Detrás de cada altar hay manos nicaragüenses trabajando. La gente que hace dulces, quienes elaboran matracas, canastas, adornos, flores… Es toda una industria cultural que se fortalece cada año”, afirmó.
Añadió que incluso en los municipios más pequeños se observa la creatividad local: altares con elementos naturales, artesanías, paisajes tradicionales y diseños que mezclan modernidad con herencia familiar. “Cada altar cuenta una historia”, expresó.
La Purísima como espacio de comunidad
López resaltó que uno de los elementos más significativos es el espíritu comunitario que surge durante la novena. “La gente se organiza, se visita, comparte. Es una fiesta que une a las familias, a los vecinos y a los barrios”, dijo.
Para él, el momento culminante es la Gritería del 7 de diciembre, jornada en la que miles de personas recorren las calles para agradecer favores a la Concepción de María.
Celebraciones en todo el país
En más de 40 municipios ya se desarrollan actividades culturales, artísticas y educativas alrededor de esta tradición. Las alcaldías, parroquias y comunidades han instalado altares que serán visitados durante los próximos días.
Niños, jóvenes y adultos participan en rezos, cantos, procesiones y concursos de creatividad popular, fortaleciendo una identidad que trasciende generaciones.
Una tradición que perdura
Para Wilmor López, la fuerza de la Purísima radica en su vínculo con la historia y el corazón del pueblo.
“Esta fiesta existe porque la gente la mantiene viva. La Purísima no solo se celebra, se siente. Es herencia, es fe, es cultura. Y mientras haya un nicaragüense dispuesto a gritar ‘¡La Concepción de María!’, esta tradición seguirá creciendo”, afirmó.
Así, Nicaragua vive nuevamente los días de alegría mariana, uniendo pasado y presente en una de las expresiones culturales más queridas del país.
