Barricada

Acuerdo de Paz: la Victoria de Sandino

“En los días en que Sandino había bajado aquí a Managua a trabajar por la paz, a firmar acuerdos por la paz, había cesado la guerra porque Sandino se había comprometido que retirándose las tropas yanquis el cesaba el combate y que se dedicaba a un proyecto económico social dirigido fundamentalmente a las cooperativas agrícolas en el campo”. 

Comandante Daniel Ortega, 21 de febrero de 2020

Después de más seis años de guerra, el primero de enero de 1933, las tropas norteamericanas salieron derrotadas. A lo largo de esos años, el General Sandino y su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, sin escuela militar y con armas rudimentarias se habían enfrentado a las fuerzas de la Marina Yanqui, que contaban con barcos en el Atlántico y en el Pacífico, con innumerables aviones de combate y lo último en armamentos.

Ese mismo primero de enero asumió la presidencia de la República el Dr. Juan Bautista Sacasa.

Blanca Aráuz, intermediaria de la Paz

Blanca Aráuz y el General Sandino

El General Sandino designó a su esposa, Blanca, como comisionada para iniciar las negociaciones de paz. En su trayecto hacia San Rafael del Norte, fue arrestada por el capitán de la Guardia Nacional, Policarpo Gutiérrez. A pesar de estar embarazada de cuatro meses y protestar contra este atropello, Blanca explicó claramente su misión. Así, el 6 de enero de 1933 —una vez que el último invasor había abandonado el país— pudo comunicar a Managua que su esposo estaba dispuesto a negociar con el nuevo gobierno. Blanca Stella se convirtió en un pilar fundamental para lograr la pacificación en nuestro país y fue una ferviente promotora de la paz. Gracias a sus esfuerzos, se logró el cese de las hostilidades y se firmó el Acuerdo de Paz el 2 de febrero de 1933.

Sandino se dirige a su Ejército

Por su parte, el General Sandino, antes de su partida hacia Managua, hizo formar a su tropa y le dirigió este discurso:

Hermanos: hemos luchado porque nuestra patria quede libre de extranjeros interventores. El yankee se ha ido, pero, artero, piensa que pronto volverá bajo la esperanza de que nosotros seguiremos en la lucha. Y se equivoca. Pienso que la paz debe hacerse en estos cinco días, y para hacerla he creído que lo mejor es que yo vaya a entenderme directamente con el doctor Sacasa. Dejo en mi lugar por los días que esté ausente al general Lara, leonés.

Sandino en Managua

Desde San Rafael del Norte, el General Sandino abordó una aeronave llamada «Tomochic», que pertenecía al General Fierro de la aviación mexicana. Esta aeronave fue facilitada para que Sandino pudiera viajar a Managua durante las negociaciones para la firma del Acuerdo de Paz. El vuelo fue pilotado por el Capitán de Aviación Julio Sinzer.

El Tomochic dio una vuelta sobre la loma presidencial, haciendo saludos con las alas y en el campo Zacarías, frente a los edificios del aeropuerto. Se abrió la portezuela y apareció la figura diminuta y sonriente de Sandino con su sombrero y botas típicas. El Teniente Cousin, después del saludo militar de orden, le abrazo gritando: ¡Que viva el Gral Sandino! Grito que todos contestamos. Como por arte de magia, el campo Zacarías se llenaba de gente. Viejos, niños, ricos, pobres, en coche, a pie —Hermanos nicaragüenses, aquí está Sandino y ahora les trae la paz. —Quisieron levantarle en peso, pero no permitió a nadie arrimarse. Mientras tanto, todos los presentes gritaban y estaban como locos. Sandino subió a La limusina y dijo: — A la Casa Presidencial, parecía estar nervioso. (José Román en su libro Maldito País).

Sandino llegando a Managua a Firmar la Paz

En la casa Presidencial

La Casa Presidencial estaba repleta de políticos, periodistas y guardias. El General Sandino, junto a sus delegados y  funcionarios del gobierno, se retiró a una sala para mantener una conferencia privada. Cuando el Presidente Sacasa llegó para unirse a ellos, entró y se fundió en un fuerte y prolongado abrazo con Sandino, quien le dirigió las siguientes palabras: «Sandino viene personalmente a hacer la paz con el caballero presidente Sacasa y no pide nada, ni siquiera su firma. Doctor: A mí me basta con su palabra”.

Asimismo, Salvador Calderón Ramírez, quien formó parte de la delegación de Sandino en las negociaciones de paz, relata en su obra «Últimos días de Sandino» algunas de las conversaciones que mantuvo con el General ese día:

“Yo no dispararé ni un tiro más. Haremos la Paz, aunque se opusiera el mismo Señor Presidente. Mi resolución es irrevocable. Por ese ideal he venido, desafiando los riesgos y haciendo cara a los rencores, y odios de la Guardia. Para mí no quiero absolutamente nada; solamente garantías para mi gente. Mis hombres después de la agitación de la guerra, necesitan templar sus músculos en el trabajo. Así como los llevé al matadero para repeler a los invasores, anhelo hoy día, hacerlos entrar en el deber y enseñarles que si el ayer era de pólvora, de destrozo y aniquilamiento el hoy y también el mañana deberán ser de actividad constructiva y de fecunda reparación”.

Extracto de las Principales cláusulas del Acuerdo de Paz

Salvador Calderón Ramírez, Pedro J. Zepeda, Horacio Portocarrero y Escolástico Lara, representantes del Gral. Augusto C. Sandino y Crisanto Sacasa y David Stadthagen, representantes respectivamente de los partidos Liberal y Conservador, convencidos plenamente de la necesidad de la paz en la República, han convenido en el siguiente concierto armonioso que tiene como cimiento el sincero amor que les inspira el porvenir de Nicaragua y los altos sentimientos de honor a los cuales rinden homenaje los firmantes.

 1°. Los representantes del General Augusto C. Sandino declaran, ante todo, que la cruzada en que han estado empeñados él y su ejército, ha propendido a la libertad de la Patria y de consiguiente, en el momento actual, en consignar eso a nombre de su representado. Su absoluto interés personal y su irrevocable resolución no exigir ni aceptar nada que pudiera menoscabar los móviles y motivos de su conducta pública…

2°. El General Augusto C. Sandino, por medio de sus delegados, y los representantes de ambos partidos declaran: Que en virtud de la desocupación del territorio patrio por las fuerzas extrañas, se abre indudablemente una era de renovación fundamental en nuestra existencia pública; que este suceso es de vital trascendencia en nuestros destinos nacionales… A fin de acrecentar tan nobilísima tendencia, los que suscriben el presente pacto convienen en señalar como punto capital de sus respectivos programas políticos, el respeto a la Constitución y a las leyes fundamentales de la República y en mantener por todos los medios racionales, adecuados y jurídicos, el resplandecimiento en toda su plenitud de la soberanía e independencia económica de Nicaragua.

3°. Los delegados del Gral. Sandino y los de los partidos reconocen la conveniencia de cimentar patrióticamente la paz en el territorio de la Republica, mediante la dedicación fructífera al trabajo de los hombres que militan al mando del Gral. Augusto C. Sandino y asimismo mediante el abandono gradual de sus armas, para conseguir de manera segura la normalización de la vida de esos hombres en las actividades del trabajó al amparo de las leyes y las autoridades constituidas.

Al centro, el General Sandino y Sacasa, 2 de febrero 1933

El Reloj de Sandino

De acuerdo con José Román, el acuerdo fue firmado a altas horas de la noches del 2 de febrero de 1933, después de largas horas de deliberación, y hace especial énfasis – como para nuestra reflexión – en un detalle simbólico  del tiempo marcado por Sandino en contraste con el reloj presidencial:

La misma noche del 2 de Febrero de 1933. A los cinco minutos después de la media noche, según el reloj de la Casa Presidencial, se firmaban los pactos que habían elaborado los políticos, pero el Gral. Sandino sacó su reloj y dijo: «Las 11:45, hora de la montaña» y el reloj de la Casa Presidencial retrocedió a la hora de la montaña.

Ahora más que nunca sabemos que Sandino manda y que desde entonces su reloj sigue marcando los tiempos históricos de las nuevas victorias del sandinismo y que cada paso con el que avanza la Revolución lo damos con la fuerza de sus ideales de PATRIA LIBRE O MORIR.

Referencias:

Salvador Calderón Ramírez. (2013) Últimos días de Sandino. 1ª ed. Managua. Aldilá Editor.

Gregorio Selser. (1990). Sandino General de Hombres Libres, Managua, Editorial Vanguardia.

José Román. (1979). Maldito País. Ediciones El Pez y la Serpiente. Managua.